miércoles, 6 de enero de 2016

TIEMPO FUERA DE LA ACADEMIA QATO – CAPÍTULO 1: ANALIZANDO



– ¡Apresúrate! – me dice Anselmo, mientras corremos por la pequeña pradera que da a la casita del árbol. “¡Auch!”, me caigo en un tumulto de tierra que parece nuevo, se nota que la tierra fue removida hace poco. Me limpio las rodillas, mientras Anselmo se percata que me dejó atrás – ¿te lastimaste? – Inquiere, al momento que se me acerca y me limpia la paja de mi blusa que acabo de hacerme – vamos, te ayudo a subir – continua hablando, cuando llegamos al pie del árbol.
– Yo primero – le digo, cuando voy subiendo la escalera de soga hasta arriba. A medio camino, miro hacia abajo y Anselmo tiene las manos en los bolsillos, silbando, como si quisiera disimular que estaba haciendo algo malo. Anselmo sube y ambos nos sentamos para ver el paisaje. Ha pasado algo de tiempo desde la última vez que estuvimos aquí.
– ¿Qué se supone que haremos? – cuestiona Anselmo, que es más para sí mismo que para mí. Nuestros pies cuelgan del borde en nuestra vieja casa del árbol en Villa Kyar, el hogar de la familia Cerdubeles, mi familia. Aquí él y yo jugábamos de pequeños, lejos de mis hermanas.
Nada de jugar a la fiesta de té o la muñeca, eso es para esas tontas, que siempre han soñado con ser como mi madre, La gran Edelmira.
Nosotros jugábamos a otras cosas. Mientras Anselmo estaba adicionándole nuevas cosas a la casa o, más bien, colocando más cuerdas y palos para hacer sus maromas, yo estaba en mi mesita con mis dibujos o, más bien, mis diseños de ropa. Siempre he soñado con eso, ser una gran diseñadora de modas, tanto en el mundo humano, como en el Qato, pero es difícil serlo, siendo tan tímida y todo eso.
– No sé, Anselmo, no sé – me limito a contestarle, solo para que no siga torturándose con esa pregunta – deberíamos hacer otro intento, pero sin transformarnos, a lo mejor lo que los atrae es la naturaleza Qato – sigo diciendo.
No quiero decir lo que en verdad pienso. No es la naturaleza Qato lo que atrae a los Gardiyan, si no, “mi” naturaleza. Ellos me quieren a mí, no a Anselmo.
Y allí es donde radica el problema. Yo no quiero que Anselmo vaya solo, tengo miedo que le hagan daño y él no quiere ir sin mí, pues teme que me quede sola. Conclusión: debemos hacerlo juntos.
– Podemos intentarlo – responde – pero tendremos que entrenar a la manera humana.
– Sería lo más prudente – le continuo la idea – nadie espera a que un Qato utilice su forma humana para escalar paredes o hacer saltos largos.
– Además, los humanos lo hacen, usan ropas especiales para hacer saltos a grandes alturas – sigue la conversación Anselmo – claro, que si lo hacemos así no tendremos la ventaja da la visión nocturna o los reflejos.
En ese momento, hago un movimiento rápido para pellizcarle el estomago y él me esquiva por reflejo.
– Lo ves, tus reflejos no se pierden tan fácilmente – le contesto a la pregunta implícita. Anselmo me mira y sonríe – puedo intentar comprar lo que necesitemos por internet – le digo – que me manden las cosas a la casa de tus padres, ¿te parece?, no quiero que las fisgonas de mis hermanas vean el paquete y cuestionen.
– ¡Perfecto!, mis padres no se meten con mis cosas, pero no sé de dónde sacarás el dinero, de seguro tus padres se darán cuenta que estás usando las tarjetas y pueden hacer preguntas, ¿no te parece? – cuestiona Anselmo.
– No pueden preguntar si no conocen de donde proviene el dinero – le respondo con una risita.
– ¿De qué hablas, tienes tu propio dinero? – me interroga Anselmo, con las pupilas en una fina línea y yo me echo a reír.
– ¿La curiosidad del Qato? – le respondo con otra pregunta, haciéndome la interesante – si quieres saberlo, tú también tienes una cuenta secreta, gracias a nuestro negocio, Israel Estrada.
– ¿Quieres decirme de una vez o seguirás con tu intriga? – me dice molesto.
– Si, tenemos una empresa en la bolsa – le digo simple y llanamente, ya que no puedo seguir con mi jueguito – ¿Recuerdas la tarea en Comportamiento Humano?
– Sandy, nos han puesto mil tareas en esa materia – me responde con sarcasmo – me quieres decir cuál de todas.
– Okis, okis, es esa en la que debíamos presentar un proyecto de negocio, pues, yo la puse en práctica, pero por internet y, bueno, resultó bien, de hecho, tengo cuentas Suiza y Panamá, claro, con otro nombre, por supuesto – le respondo a Anselmo y él me mira con los ojos como platos – tranquilo amigo, la mitad es tuya, ya que la tarea era de los dos. Tú eres Israel Estrada y yo, Ericka Estrada, dos hermanos que tienen una tienda en internet e invierten en la bolsa. Por cierto, nos está yendo excelentemente, luego de la escuela, podremos vivir sin los fondos de la familia o, inclusive, del mundo Qato – Anselmo se echa a reír con ganas.
– ¿Somos millonarios?... ¡Guau! – se limita a decir con la boca en una amplia sonrisa y los ojos con las pupilas redondas.
– No, todavía no llegamos al millón de ninguna moneda, porque debes saber que cotizamos en Euros, Libras, Francos Suizos, etcétera, etcétera, etcétera – le digo con algo de petulancia – pero dentro de poco llegaremos al millón de dólares.
– No creas que eres la única con fondos – me dice y ahora yo quedo intrigada.
– Bueno, ¿Me torturarás o me dirás de una buena vez? – pregunto directo, no me va a hacer el juego del Qato y el ratón.
– Si, te diré – me responde, haciéndome arrumacos en el cuello – resulta que mi idea de poner una página por internet con videos y tonterías, que tú no creías que funcionaría – me mira con cara suspicaz – tiene más de quince millones visitas por día, así que las ganancias ya las tengo en una cuenta, pero no te preocupes, porque te abrí una cuentas a ti de los videos en donde sales, pero con tu nombre real, no con un seudónimo. Así que, de nada, mi queridísima amiga – yo lo veo y me rio, al momento en que algo me llama la atención. Es Filemón, quien debe venir por la pradera, de seguro, con nuestra vianda de comida.
Pero, cuando lo veo más de cerca, me doy cuenta que no trae nada entre las manos.
– ¿A qué vendrá Filemón? – Le pregunto a Anselmo – no trae nada.
– Si no sabes tú, que lo conoces bien, menos yo – me responde con la misma suspicacia en el rostro y poniéndome la mano en el hombro – de seguro bien con alguna locura de tus padres.
– Señorita, señorito – nos dice Filemón desde el pie de árbol, donde se encuentra la casita – los están esperando para comer.
– ¿Tenemos que comer en la casa? – Le inquiero, algo molesta – pero, ¿Por qué, hice algo malo? – continúo yo y es que mi mamá solo nos obliga a comer en familia cuando tiene algo importante que decir, que por lo general es un regaño público.
Filemón nos escolta hacia la villa familiar y a la casa. No entramos por la entrada principal, si no por cocina, que nos lleva directamente al salón comedor.
– ¡Espera! – me dice alguien a mis espaldas. Es Idelfonsa, la mucama de mamá – debe limpiarte un poco esa cara señorita, venga, tengo una toalla húmeda para pasarle – continua, mientras toma aquel trapo húmedo de cocina embadurnado con jabón de baño.
– Ya, ya, por favor Idelfonsa – le digo avergonzada – así estoy bien.
– No, niña, hay gente importante en la sala – me responde, todavía pasándome el viejo trapo – debes estar presentable. Niño Anselmo, póngase aquel saco.
– Pero… ¿yo? – le pregunta, con  las pupilas en una fina línea – ¿qué, son humanos o algo?
– No, niño, son de los nuestros y pertenecen al Samat, al gobierno Qato.
“¡Uf!”, me digo, ¿qué rayos hace el Samat aquí?
Anselmo entra primero, con el saco prestado encima de su suéter de dibujos, yo lo sigo. Mi madre está a la cabeza de la mesa, pues Pat, no es encuentra en estos momentos. A su derecha, en orden, se encuentran Casilda y Cayetana. Los dos puestos siguientes debemos ocuparlos Anselmo y yo, cosa que hacemos. Frente a nosotros, pasado el banquete de comida, están un señor regordete y calvito, otro señor respingado de lentes y un bigote muy bien cuidado, y otro más joven, quien tiene la cabeza baja.
– Anselmo, Casandra – dice mamá, luego de aclararse la garganta – les presento a los señores Eulogio Abadutiker, Belarmino Ultidikán y Helimenas Eneko, miembros del Gobierno del Samat, quienes nos han venido a visitar – indica mamá, con una sonrisa casi nerviosa.
– Mucho gusto – decimos ambos, yo, levantándome de la mesa e indicándole lo mismo a Anselmo. Este lo hace con la cabeza gacha y se sienta casi de inmediato.
– Me repites tu nombre, hijo – dice el señor respingado, Belarmino.
– No lo dije – dice entre dientes este, pero se corrige de inmediato – me llamo Anselmo… Anselmo Kubilos – responde y se sienta de inmediato.
– Mucho gusto, quisiera conversar contigo más tarde. – le dice, mientras le da una mirada significativa. “¿Qué querrá este tipo con Anselmo?” Este me mira con la misma suspicacia que yo tengo – he escuchado que eres un atleta nato.
– Eh… si… soy bueno en esa materia en el colegio, también en Planeación y otras más – le responde con las pupilas en una fina línea.
– El Samat siempre está interesado en chicos como tú, necesitamos agentes especiales de investigación. Cuando termines la secundaria, podrías unírtenos – continua la conversación el señor Ultidikán.
– Lo tomaré en cuenta, señor, pero Casandra y yo tenemos pensado formar una empresa en el mundo humano – le indica Anselmo, tomándome de la mano debajo de la mesa.
Pero, ¿qué le pasa a este tipo?
Más bien me parecen que no vienen de ningún Samat.
– ¿Y… en qué departamento trabajan dentro del Samat? – Interroga Anselmo a los señores.
Todos se miran entre sí, mientras uno, el más joven, comienza a decir “Defensa”, el calvito intenta decir “Investigación”. Al final, se impone la palabra del bigotón, quien dice “Inteligencia”.
– Qué raro – dice mamá un poco sarcástica – no sabía que tuviéramos un departamento de Inteligencia, digo, a quién tendría que investigar el Samat, ¿Es que acaso tenemos algún enemigo?
– No es esa clase de investigación, señora Cerdubeles, se trata de desarrollo de tecnología, como sabe, la nación Qato está a la vanguardia, de hecho, somos los que hemos realizado la mayoría de los descubrimientos en el mundo humano – contesta Belarmino, el bigotón.
Anselmo me vuelve a mirar fijamente.
¿Es que acaso piensan que somos tontos?

Estos tipos no son del Samat ni nada, de seguro vienen a buscar otra cosa, pero qué, no sabemos.