miércoles, 23 de septiembre de 2015

UN DÍA NORMAL

El telefono comienza a timbrar, pero lo ignora. Ya sabe de quien se trata.
Es nuevamente su fastidiosa hermana que, como cada vez que no la necesita, se intromete. Mejor espera a que su hija salga del baño, para luego arrear a su marido hacia la regadera. Eso ocurrirá en unos momentos, por lo que se dedica a cocinar unos huevos que todavía quedan en la nevera.
"Ring", suena el teléfono.
- ¡Qué quieres! - grita de mala gana. Ya su hija ae dispone a salir del baño, los huevos comienzan a pegarse en la sartén, mientras ella grita un "¡Pepe, mueve pa'l baño!".
- No, mejor no voy - le responde su marido, que le hace exhalar un gruñido directo del fondo de su garganta.
- Solo te llamaba para ver qué vas a hacer - le dice su hermana, desde el extremo de la línea del teléfono.
Ahhh... vuelve a exhalar.
Tantos enredos en su cabeza y... ¿esto?
El colmo.
- ¿Tú crees que yo soy como tú, que tengo tu tiempo? Estoy levantando a la niña, vigilando a que se apure, para luego ver que Pepe haga lo mismo, mientras hago el desayuno... ¡No tengo tiempo para estar perdiendo...! - pero no puede continuar porque su hermana colgó.
"Ufff... otra vez metí la pata", se dice.
Es que ultimamente, cada vez que le ocurre algo serio, la toma con la primera persona que tiene en frente, pero su hermana es otra cosa.
Es cierto, a veces pregunta las tonterías más grandes de la tierra, aunque siempre lo hace con buena intensión.
- Los huevos ya están listos - informa y todos salen a la mesa para desayunar.
"Ring", timbra el teléfono de nuevo.
- ¿Te calmaste? - la cuestiona su hermana.
- Si, disculpa que te gritara - le responde.
- ¿Quieres que te acompañe al médico? - vuelve a preguntar.
- Si, estaré lista en un par de minutos - contesta, mientras le sirve los huevos a su familia.