martes, 25 de diciembre de 2012

EN EL MUNDO DE LAS TELENOVELAS


Últimamente me he vuelto a sumergir en el mundo de las novelas, esta vez no son muchas, solamente dos, si no cuentas una serie documental, que muestra el horror que vivió toda una nación a causa de los desvaríos de un solo hombre.
El punto es que debo hacer una aclaración, hace dos años me había salido de este mundo por diversas razones, y la principal es que encontré una mejor diversión, el internet. Pero, ¿Por qué volver a una costumbre ya desechada? Sencillo, porque es adictivo, lo que nos hace convertirnos en puntuales a la hora de las telenovelas es el hecho de querer saber lo que ocurrirá el día de mañana, esto siempre nos tiene a la expectativa del siguiente capítulo.
Con el tiempo te das cuenta que todas son la misma cosa, es decir, no han cambiado mucho desde hace muchos años, cuando las veía a escondidas detrás de la cortina de mi cuarto, cuando me encontraba en el interior del país en casa de algún pariente, a ahora, cuando las puedo ver sin ningún tipo de restricciones.
La protagonista siempre es la más sufrida de los personajes, es abandonada física o emocionalmente por sus padres, la mayor parte de las veces es una chica pobre, aunque al final se da cuenta que es la dueña de la fortuna. Es una mujer muy inocente, al punto de rayar en tonta, y por sobretodo la más sacrificada. Es engañada por el galán de la telenovela (después hablaremos de él), y más que nada, por la villana o el villano, de los cuales hablaremos después.
La protagonista siempre está rodeada de varios personajes, primero esta su hada (o hado) madrina (o padrino), quien siempre está cerca para consolarla y apoyarla en todas las penurias que pasa a lo largo de la novela. También existe el eterno enamorado, quien alguna vez tuvo una oportunidad de quedarse con ella, pero que la pierde cuando aparece el galán, cuya deslumbrante personalidad opaca a cualquiera que intente compararse. Existen otros personajes a su alrededor y puede que algunos patrones se repitan.
El galán de la novela es el tipo más guapo de todos, la mayor parte de los personajes femeninos están enamorados de él, o lo admiran, o simplemente les gusta. Tiene dos enamoradas principales, la protagonista y la villana. Puede que al principio se muestre como un Don Juan pero cambia cuando conoce a la protagonista. Por lo general se la pasa la mayor parte de la novela con la villana que con la protagonista.
De los villanos que puedo decir, existe una villana y un villano principal, pero hay otros más que podríamos llamar secundarios. A los principales por lo general le va bien a lo largo de toda la novela, siempre se salen con la suya en sus planes torcidos, todos en contra de los protagonistas. Al final de la novela quedan muertos, presos, desfigurados, locos, o pobres y miserables. Los villanos secundarios pueden arrepentirse en la mitad de la telenovela y convertirse en buenos, o simplemente sufrir de todos los males que les deparan a los principales si no lo hacen.
 La novela inicia con un misterio que rodea a la protagonista principal, puede que haya sido abandonada por sus padres al nacer, o que uno de los padres no lo sea biológicamente. Puede que viva pobremente o que esta rodeada de lujos pero sea la “Cenicienta” de la casa. En raros casos es una mujer millonaria y en apariencia se comporte como la villana, luego, cuando el protagonista la deja, se da cuenta que debe ser buena para ganar el amor de su galán.
Cuando se conocen los protagonistas puede que se enamoren desde un principio o se odien y luego surja el amor entre ellos, eso depende del libreto. Es donde aparecen los malvados principales, los cuales están enamorados respectivamente de los protagonistas. Por lo general existe un pacto entre los malvados para separarlos, generando intrigas que evitan que los protagonistas se acerquen. Los protagonistas pueden quedar, a causa de esto, en la cárcel, perdidos en una isla desierta, tomados por muertos, o en una institución mental, por poner algunos ejemplos.
Una milagrosa revelación, o simplemente un pequeño error de los villanos logra salvarlos de esto y es cuando nos encontramos en la mitad de la novela, que es cuando surgen los bebes; puede que sea de la protagonista, o quizás que sea de la villana, el cual ha hecho pasar por el hijo del galán, pero en todos estos casos es motivo de separación. También es cuando se crean matrimonios villano-protagonista. En todos estos casos se crean más engaños, que es cuando mi abuelita (q.e.p.d.) decía que no iba a volver a ver la novela, simplemente, porque la protagonista hacia su mejor papel de tonta, pero que, al día siguiente, estaba buscando el canal de la telenovela, como era su costumbre.
Al final los villanos comienzan a cometer errores, salen protagonistas del pasado que saben sus más oscuros secretos, que los chantajean hasta el punto que no pueden pagar más por el silencio. Y es cuando comienza su descenso, y los comentarios del público como un “¡bien hecho que le pasó!”, o un “¡hasta que al fin!”. Y, como siempre, los protagonistas quedan juntos para siempre, y los malvados reciben su merecido.
Pocas son las telenovelas que se salen de estos patrones, las cuales pueden o no gustar a los televidentes. Existen personas que llevan décadas viendo novelas, y todas son similares. Ahora la pregunta que nos podemos hacer es ¿si todas son iguales, por qué las vemos?
No se la respuesta a ciencia cierta, pero puedo hablar por mi experiencia personal. Uno de los críticos más grandes de estas telenovelas es mi papá, quien en varias ocasiones me ha dicho que no es posible que una persona como yo, estudiada, con cierto nivel intelectual, pierda mi tiempo viendo algo que “atrasa”, a lo cual yo le he contestado “…pero me des estresa”.
Si, esa es la verdadera razón. Cuando yo salgo de mi trabajo, harta de mover cielo y tierra para que lograr mi propósito diario, de tener frustraciones por causa de mis compañeros o mi jefe, de pasarme todo el día poniéndole mi mejor cara a un cliente para que apruebe o tome una decisión, no hay nada más estimulante que llegar a la casa, quitarse los zapatos, encender la televisión y ver todos los sufrimientos y vicisitudes de la protagonista y los otros personajes, de poder gritarle “¡pero es que esta tipa es bruta o que!” y de reírme cuando algo bueno les pasa. En ese momento no me acuerdo de nada de lo ocurrido en mi trabajo, o que para mañana mi día va a ser de perros; es una especie de borrón y cuenta nueva, por lo menos hasta que se acabe la novela.