sábado, 28 de julio de 2012

ACOSO






Hace unos días tuve acceso a dos historias de acoso sexual igual de escalofriantes. Se trata de dos hombres que no entendieron cuando las chicas les dijeron no, y una de ellas con un final todavía incierto. Ambas son en el ámbito laboral.
El primer caso es de una relación extramarital, en la cual la chica decide terminar la relación, de lo cual el caballero, si le puedo llamar de algún modo, comienza a intimidarla y a intentar tocarla, a tal punto que la muchacha solicita el traslado de su área de trabajo. Sin embargo, antes de que esto ocurra, la esposa del señor en cuestión inicia a su vez una serie de amenazas contra la joven, lo cual complica aún más la situación. Al final y asumo que por vergüenza, el sujeto decide renunciar a la empresa, pues fue coaccionado por el departamento de recursos humanos, el cual, a pesar de que no fue acusado formalmente por la dama, ya se tenía el precedente y le solicitaron la renuncia.
El segundo caso es algo más espeluznante. Se trata de un hombre, igualmente casado, con el atenuante de que se presume consumía drogas. En esta situación las dos chicas acosadas no tenían relación previa con el asaltante, pero este intentó aprovechar su condición de madres solteras, cuyo único sustento y el de sus familias eran ellas
Ambas joven fueron manoseadas individualmente por el señor, ambas se defendieron como pudieron, evitando así los intentos de violación, ambas lo denunciaron ante su jefe inmediato, pero ambas también se retractaron cuando fueron encaradas ante el jefe de todos ellos, según me cuentan, porque hubo amenaza.
El señor es despedido por otras razones fuera del caso, sin embargo, en los atenuantes para su despido, sale a relucir el caso de intento de violación, y una de las chicas que se encuentra embarazada decide contar lo ocurrido.
Hace unos días esta chica, que trabaja hasta altas horas de la noche, tomó un taxi para ir a su casa y el taxista le comienza a describir cosas de su vida personal, su casa, darle la descripción de su compañero sentimental y además le comenta que está embarazada. Le dice que no quiere hacerle daño, pero que a cambio quiere intimar con ella.
La muchacha sale como puede del taxi arañada en el rostro y los brazos hacia otro taxi, lo cual la salva de ser violada.
Mi conclusión de este último caso es que el taxista era, o estaba pagado por la persona a quien ella denunció, y que fue vigilada durante varios días hasta que coincidió su salida con el arribo del taxi a donde ella lo tomó. Era cuestión de tiempo para que esto ocurriera. Se decidió en su trabajo que fuera trasladada a otro departamento, por su condición y por los antecedentes de la historia.
Como estas debe haber diez billones de historias en el mundo entero, toda más o menos igual de tétricas, y muchas de ellas con desenlaces fatales.
Considero que estas son las de menor grado de violencia, aunque esto no quiere decir que no sean violentas.
Se trata de personas que no entienden cuando otra le dice "NO" o "YA NO", o cuando se piensa que se tiene derecho sobre otra persona, sin importar lo que esta piense o sienta.
"El respeto al derecho ajeno es la paz", cito a la frase célebre. Pero en este caso podemos hablar de paz, no solo de la persona acosada, sino del acosador.
¿Quién puede pensar que esa persona es feliz?
Definitivamente no lo es.
Quién puede pensar en ser feliz si se vive pendiente de lo que los demás hacen o piensan, sobre todo si está en contra de sus propios deseos. En vez de perder el tiempo en vigilar cada acción que hace esa otra persona para buscar una mínima oportunidad de hacer el mayor daño posible.
¿Es posible sentir felicidad en todo esto?
Ninguno de los dos, ni el acosado ni el acosador pueden decir que son felices, el primero victima de los abusos, y el segundo, acechando el mínimo instante para buscar su satisfacción. Es un pequeño infierno, me parece.
Este pensamiento se puede aplicar para infinidad de situaciones, la gente que vive pendiente de otra persona, es otra manera de acoso; y en fin, toda persona que quiera hacer su capricho a costillas de los demás, son acosadores.
Son personas dependientes, de una manera muy bizarra de los demás, y no avanzan en la vida por esta razón. Al final, tarde o temprano cruzaran el limite, y lo que hagan en ese momento marcará para siempre su vida, como, perder el empleo, ir a la cárcel, etc.

jueves, 26 de julio de 2012

PERRA SUELTA Y EN CELO



Recientemente fui a una discoteca a celebrar con los compañeros la despedida de uno de ellos, ya que iba a ser trasladado para otro proyecto. En este punto debo aclarar que mi trabajo es en el sector de la construcción, razón por la cual la mayor parte de mis compañeros de trabajo son hombres. En el grupo habíamos, contando conmigo, cerca de seis mujeres, en un grupo donde habría cerca de treinta hombres, lo usual en este tipo de grupos.
Fue entonces cuando llegó una compañera de trabajo, la cual debe tener entre veinte y veintitrés años, quien empezó a bailar muy acaramelada con uno de los compañeros, lo cual también es usual, ya que estábamos en plan de divertirnos.
Cuando la chica salió a bailar con otro chico, también muy acaramelada, ya la cosa comenzó a ser tema de conversación entre el grupo, y cuando hizo esto mismo con un tercer y un cuarto compañero, pues el resto de los chicos estaban haciendo fila para ver cuando les tocaba su turno.
La chica terminó durmiendo en una casa especialmente alquilada para varios trabajadores, por lo que no tuve que poner a mi mente a volar mucho, en cuanto a que ocurrió después de la fiesta.
El caso continuó días después cuando a la dama me la encuentro muy nerviosa porque la estaba saliendo de un restaurante con trabajadores del horario nocturno, cuando ella pertenece al horario diurno. Aparentemente la chica toma su tiempo libre para distraer a los trabajadores de sus labores, puesto a que, cuando el resto de el resto de ellos supieron donde ella se encontraba, fueron hacia allá como moscas a la miel. Obviamente me tocó poner orden, debido a que los trabajadores no estaban cumpliendo con su labor, por prestarle atención a la muchacha.
No es la primera vez que me encuentro con un caso como este, en varias ocasiones he salido a discotecas, y he visto a chicas que se pierden con un chico diferente por hora. Esto es algo que realmente me tiene sin cuidado, porque cada quien hace de su vida lo que le da la gana.
Entonces ahora alguien se puede preguntar por qué si no me importa escribo acerca del tema, muy sencillo, porque esto se convierte en un problema cuando contraviene con mi labor, y es por ello que expuse dos casos, uno, el de la chica de mi trabajo, y el otro el de conocidas con las cuales he departido fuera de ámbito laboral. Hay un lugar para cosa. Pueda que su actitud no pasara de ser simples desahogos de sus hormonas  cuando se encontraba en el colegio, o con sus amigos del lugar donde vivía, pero cuando vamos al plano laboral, hay que recordar que en el tiempo libre puedes hacer lo que guste, pero que en la jornada de trabajo tu actitud debe ser otra.
Repito, me tiene sin cuidado la vida amorosa de la joven, pero pienso que cada cosa tiene su momento y su lugar, en la discoteca, bien, dentro de tu horario de trabajo, mal.
Sé que es mucho pedir responsabilidad, cuando llevas una vida bastante irresponsable, y no le puedo echarle la culpa a ella, después de todo su tiempo fuera del trabajo es suyo. El problema aquí son los chicos que le siguen el juego dentro del lugar de labores, los trabajadores tienen que saber cumplir con su oficio. Ahora bien, como me dijo uno de ellos, cuando se presenta la oportunidad  hay que aprovecharla. No estoy de acuerdo con esto último, pero esa es la actitud de los trabajadores de la construcción, y es la actitud que realmente me choca, y es la actitud realmente irresponsable de todo esto.
Mañana, cuando pierdan el trabajo por bajo rendimiento, no van a decir que fue porque no estaban haciendo su trabajo, van a decir que fui yo la que me dio envidia porque la chica era más guapa que yo, así que decidí despedirlos a todos, y porque soy una vieja amargada, por supuesto, cuando son ellos en realidad los que no toman en serio su trabajo.
Las distracciones existen, pero todos debemos saber a qué le ponemos prioridad.

martes, 24 de julio de 2012

PADRES CRUELES




El día de ayer me tocó ser testigo de una de las historias que me han conmovido en mi vida, y no lo digo solamente porque lo que tuve que leer acerca del pasado del chico del que a continuación relataré, sino además por las razones que lo llevaron a tener que contar toda su vida.
Yo estaba en el Tribunal Electoral investigando referente a mis propios antepasados, de los cuales creía, habían sido tan crueles como negligentes, cuando se me acercó una joven a solicitarme el favor de que le leyera un acta de un chico que no tendría algo más de veintes años, que no sabía leer ni escribir, situación que me extrañó completamente, porque este muchacho residía en la ciudad de Panamá, donde es obligatoria la escuela primaria, al igual que en el resto del país, y en donde existe una escuela pública en cada esquina.
Al iniciar la lectura, me entero que el joven no conocía a ninguno de sus padres, que le habían dicho el nombre de su padre, pero que de su madre no sabía ni el nombre ni donde residía. Que él se había criado con una señora que tenía cinco hijos, la cual decía era su tía paterna, y quien residía en uno de los barrios más pobres de la ciudad capital.
No había ido a la escuela porque ninguno de sus padres lo inscribió en el registro público de su pueblo natal, del cual le habían dicho era uno que se encuentra en el corazón del Darién, que es una de las provincias menos desarrolladas de Panamá.  Fue traído de aquel lugar desde los dos años de edad, y desde entonces no había vuelto a aquel sitio.
Se ganaba la vida con un señor que lo empleó en el Mercado de Abasto de la Ciudad de Panamá, como cargador de mercancía. Su padre, a pesar de que este chico vivía con su hermana, jamás se tomó la molestia de hacer contacto con él, y le habían contado que era colombiano.
Esta historia me desgarró el alma, no solamente porque hizo volar mi imaginación, pensando en todas las veces que este muchacho pudo haber sido timado por no conocer lo básico, leer, escribir y hacer cuentas, sino por la innumerable cantidad de veces que debe haber sido llevado en una patrulla por no poseer papeles, ya que por ser parte de uno de los barrios más bajos de Panamá, y además con la atenuante de ser un chico de raza afroantillana, que no había aprendido siquiera a tener buena expresión y dicción en su manera de hablar, ha debido desde hace mucho ser víctima del acoso de las autoridades, no por lo que haya hecho, sino por su imagen en general.
Pero lo que más me entristeció de todo esto era el motivo que lo llevó a hacer todo ese papeleo. Quería ir a reconocer a su hija recién nacida.
Me conmovió porque no quería que la misma negligencia y crueldad que se cometió con él, no se efectuara con sus hijos. Este muchacho no tenia escuela, no sabía leer ni escribir, ni mucho menos podía considerarse un gran letrado ni mucho menos, y vivió con toda clase de privaciones, no solamente porque vivía en una casa con cinco chicos y chicas que no eran sus hermanos, sino que le faltó sentir el amor de sus verdaderos padres, que Dios los perdone, pero había algo que si tenía, consciencia.

sábado, 21 de julio de 2012

CAPITULO 6: DE MI STATUS EN LA VIDA (CUENTO: ¿CÓMO PASÓ?)


Andy fue el primero en abrazarme. Me dijo que estaba muy preocupado al ver que yo no llegaba del curso hacia dos días, y como no me comunicaba con el por internet, le dijo a Mike que debían venir a buscarme, pero como su padre no le hacía caso y que además le decía que no me molestaran, lo amenazó diciéndole que él vendría a buscarme solo. Ante tal desafío, Mike se sintió culpable y decidió que todos vendrían a buscarme, pero que no me llamara para darme la sorpresa. Y de veras lo hicieron. Al verlos, me puse pálida, y casi gagueé, pero logré disimular enseguida, y me puse en marcha para hacer mi maleta.
Les dije que me había enfermado, que tuve algo de fiebre pero que no me atrevía a salir del departamento para ver al médico, y que no quería preocuparlos porque de seguro había sido un resfriado.
Fue cuando Miky me tomó para abrazarme con fuerza, demostrándome con ello cuanto me extrañaba y que se alegraba de que estuviera mejor.
Cuando regresamos a casa noté que todos los muebles estaban cambiados, cortesía de Izzy, mi suegra, quien se había apoderado de la casa. No me dejaba disponer de mi hogar a mi gusto y todas mis decisiones eran cuestionadas, dando su aprobación o no cada vez que le daba una instrucción a la nueva mucama, quien para mi fortuna esta vez, era una mujer pasada de los cincuenta, y para mi desgracia aparentemente había entablado buena amistad con Izzy, porque cada vez que le indicaba algo, enseguida buscaba a mi suegra para que lo corroborara o lo rechazara.
En un par de veces tuve que ponerla en su sitio, diciéndole que, o obedecía mi instrucción o se iba de la casa, lo cual me trajo problemas hasta con Mike, que trataba de mediar la situación, muchas veces sin éxito.
Izzy quería intrometerse tambien en la manera en que yo criaba mis hijos, especialmente en lo concerniente a Andy, de quien decía que debía ser educado como un verdadero hombre. Eso me enojaba muchísimo. Si había algo que yo podía decir referente a Andy era precisamente que era un verdadero hombre. El era amable, cortés, educado, sabia mantener su palabra y la defendía con mucha convicción. Si esto no era ser un verdadero hombre, no sabía que pudiera ser.
Con Miky no se metía, pues siempre ha sido el favorito de Mike. Muy a mi pesar y, al contrario de su trato con Andy, a Miky procuraba mimarlo, yo diría más de lo debido. No dejaba que él hiciera nada en la casa, lo cual estaba mal, porque era una de las formas en las que yo les inculcaba a mis hijos responsabilidad y orden, por lo que se había convertido en un verdadero holgazán y flojo. Incluso había subido un par de libras, puesto que procuraba hacerle su comida favorita cada vez que podía.
La situación se tornaba muy tirante cada vez más, así que decidí enfrentarla con todas las armas a mi disposición, incluyendo mi relación con el propio Mike, volviéndome la mujer más cariñosa de todas. No fue fácil, todavía llevaba en mi mente el recuerdo de lo ocurrido con Gabe, pero eso ya había acabado, y tarde o tendría que volver a tener intimidad con Mike. No podía pretender con él y no volver a ser la de antes, además la distancia hizo Mike se volviera mas cariñoso y detallista conmigo.
Debía hacer esto por mis hijos, quienes no merecían la intromisión tan descarada de mi suegra, quien pretendía sacarme de la vida de Mike y con esto destruir mi familia. Además decía que ella era mejor madre que yo, que ya había criado hijos y que jamás los abandonó, que las mujeres debían afrontar las situaciones sin permitirse que pequeñeces nublaran su labor. Esto me hería aun más. Esta señora intentaba enemistar a mis hijos, teniendo preferencia por uno y despreciando al otro, además quería tomar mi puesto como madre de ambos, lo cual incurriría en que el uno fuera un malcriado y el otro un acomplejado.
Así que, mientras mi suegra tramaba hacer de mi casa un infierno, yo procuré por todos los medios de mantener mi hogar unido, y por sobretodo, pretendía volver a reinar como siempre, y la mejor manera era devolviéndola a su casa.
Ella no quería regresar, por supuesto. Alegaba que ahora que su hijo se encontraba en una situación aventajada, era ella, su madre, la que debía disfrutar de todo aquello.
Comenzó a meterle ideas en la cabeza a Mike, que yo debía ser más hacendosa y quedarme en casa, que no debía volver al gimnasio ya que esa había sido la verdadera causa de nuestra separación. Así que dejé los aeróbicos por un tiempo, no porque estaba cediendo, sino porque prefería hacer la guerra de frente, no dándole oportunidad a que siguiera metiendo leña al fuego mientras yo estuviese fuera.
Izzy incluso le alcahueteó una nueva amante a Mike, de la cual no me atrevía echarle en cara esta vez, no, si Izzy pretendía que yo le reclamara. Así que me armé de valor y puse frente, me hice la desentendida y pretendí que eso no pasaba, pero en silencio conspiraba para que el terminara con la nueva querida. Cada vez que podíamos, hacia que nos llevara de viaje a los niños y a mí, y procuraba que al menos dos veces por semana nos llevara a cenar, así Mike no tendría ni tiempo ni dinero para atender a su nueva conquista. Y así fue, la relación terminó, me di cuenta por las expresiones que lanzaba Izzy en ese respecto. Estaba que echaba chispas, y descargaba su mal humor con la sirvienta.
Pero si bien gané esa batalla, eso no quería decir que había ganado la guerra. Mi suegra se deshizo de la sirvienta, a lo cual me alegré, era como una piedra en mi zapato. Pero el asunto no terminó allí, trajo a otra mucho más joven  y guapa.
Enseguida comencé a conspirar en su contra, me hice amiga de la secretaria de Mike en la oficina, para ponerme en contacto con la encargada de recursos humanos, quien era en realidad la que se encargaba de contratar a las mucamas. Le hice ver que la chica era una incompetente, e incluso mentí un poco, le pedí que por favor no se lo dijera a mi marido, y en pocos días la sirvienta fue despedida.
En su lugar colocaron a la anterior, a la cual le hice entender de que estaba allí gracias a mí. Así que, entre las dos logramos que Izzy se incomodara tanto que tuviera ganas de devolverse a su casa.
Sí, me tomó cerca de un año deshacerme de mi suegra, pero al final lo logré. Y pensé que mi vida volvería a la calma, que equivocada estaba.
Pasado unos meses de la salida de Izzy de la casa, me llegó un correo electrónico. Era de Gabe y decía que me extrañaba y que deseaba volver conmigo.
Lo borré. No podía estar segura de que fuera de él, Gabe jamás me había escrito por este medio, así que no sabía cómo consiguió mi correo, mucho menos si esto era escrito realmente por Gabe o no. Además, Gabe me dejó claro, por la manera en que se fue, que no me volvería a buscar. Aun así los correos continuaron, y uno por uno los borré a medida que llegaban sin leerlos siquiera. “Esto debía ser algún tipo de trampa”, me decía, no tenía otra explicación. Alguien debió darse cuenta de lo mío con Gabe y estaba tratando de tener pruebas para chantajearme.
Se me metió en la cabeza que Izzy era la que estaba detrás de todo esto. Esa era su manera de que Mike se encargara de echarme de la casa, así que la llamé y le pregunté cuáles eran sus intensiones con enviarme correos electrónicos, pero al ver que ella no entendía de lo que le hablaba y que si decía algo más me ponía en evidencia, me disculpé con ella. Fue cuando reflexioné, no podía ser ella, quien jamás había tocado una computadora, a menos que fuera para limpiarla. Si era ella debía estar en conspiración con alguien más, lo cual resultaba improbable, ya que ella tenía pocos amigos, y esos tenían cara de saber tanto de computadoras como ella.
Esto me estaba comiendo los sesos, así que pensé que lo mejor era ocupar mi mente en algo, no podía buscar al autor de esto, si es que no era Gabe, aparte de que la tentación de abrir los correos y responderle era cada vez mayor. Yo había tomado una decisión y debía ser firme en ella. Hablé con Mike y volví al gimnasio, esta vez como instructora. Era un empleo de medio tiempo, por lo que me daba oportunidad de atender a los niños y a él sin ningún problema.
A Mike le parecía perfecto, y sabia la razón, así podía atender a sus pequeñas aventuras, que ya a estas alturas me daba igual, aunque no por eso le permitía que duraran mucho tiempo. Procuraba que las cambiara de tanto en tanto, con tal de que no hubiera una oficial que quisiera arrebatarme mi matrimonio. Igual que en la época que estuvo Izzy con nosotros, hacia que pasara vacaciones y días familiares, y hacia una que otra llamadita inesperada, cuando sospechaba que se encontraba con la de turno. Todo eso las espantaba al cabo de un rato.
Con esto él era feliz creyendo que me engañaba, y yo era feliz teniendo mi matrimonio a salvo.
Los correos de Gabe cesaron un buen día, lo cual me alivió, pero no dejé mi trabajo por ello. Me gustaba lo que hacía, y el tener cierta independencia económica me encantaba todavía más. Casi todo lo ahorraba, ya que Mike nunca dejó de pasarme mi mensualidad.
A Mike le dieron un nuevo ascenso en la misma sucursal, y con ello debía atender a muchos clientes, por lo que comenzó a salir a cenas y reuniones, varias de las cuales debía asistir conmigo. Empecé a hacerme amiga de las esposas de sus compañeros y clientes. También me llevaba con sus clientes. Procuraba hacer bien mi rol, y por qué no, llegué a hacer algunas buenas amistades. Algunas veces teníamos reuniones informales fueron del contexto laboral y nos divertíamos mucho.
Fue entonces cuando conocí a Robert, mi pareja actual.


viernes, 20 de julio de 2012

CAPITULO 5: PARAÍSO EN EL INFIERNO (CUENTO: ¿CÓMO PASÓ?)


Era más llevadera la carga. Me resultaba más sencillo pensar en el aquí y el ahora, cuando me encontraba con mis nuevos amigos. Nada parecido a la carga pesada de la culpa y el remordimiento, o de la rabia insipiente cada vez que me acordaba de lo que había hecho Mike.
Pensé que no estaba mal lo que hacía, ir de vez en cuando con mis compañeros a jugar bolos, o ir al cine no le haría mal a nadie.
Pensé que tener un par de amigos, y de tomar un par de tragos con ellos, era la cosa más normal del mundo.
Pensé que si Gabe se me acercaba y yo conversaba con él no tenía nada de malo. El siempre tenía algo que decir, y yo siempre estaba dispuesta a escucharlo.
Pensé... pensé tantas tonterías que me excusaban de tener a Gabe tan cerca de mí. Quería cegarme, y creer que podría cegar a los demás con mis excusas.
Pero la verdad estaba allí. Yo era una mujer con una profunda tristeza, con una gran necesidad de ser consolada, y él era un hombre dispuesto a ser lo que yo necesitara. Era un excelente maestro para enseñarme a jugar billar, gran pareja de karaoke, bien bailarín, y maravilloso como paño de lágrimas.
Se dio cuenta de que estaba casada antes de que se lo dijera. Lo supo por la marca que los anillos habían dejado en mi dedo. También supo que había tenido hijos, por alguna que otra estría que se me notaba en la ropa de ejercicio. Adivinó casi todo de mi, como si me conociera, como si se hubiera dado cuenta de todo lo que me ocurría con solo mirarme.
Me confesó que él era quien... Quien  colocaba las rosas en mi casillero, era el primero en llegar al gimnasio para poder tener acceso al vestidor de damas, incluso me dijo que una vez por poco lo descubro, tuvo que esconderse en las regaderas hasta que yo me fui.
Y un buen día, cuando estábamos un poco tomados, pasó.
Al día siguiente cuando nos levantamos y me di cuenta de lo que había ocurrido, lloré desconsoladamente. El me tomó entre sus brazos y me pidió disculpas, pero me dijo que no se arrepentía por lo sucedido, porque había sido el momento más feliz de su vida.
Yo no podía negar que para mí era exactamente igual, recordaba cada instante que estuvimos juntos, y fui feliz, muy feliz. Por eso me sentía tan mal, porque había disfrutado cada segundo vivido con Gabe.
Eso me convertía en una cualquiera que le estaba faltando a mi familia, e igual a Mike.
Mike. Cada vez que pensaba en que haría si supiera lo que pasó entre Gabe y yo... no, el no debía saberlo nunca.
El hecho de que él me hubiera faltado no me daba derecho a mí a hacer lo mismo. Yo era una mujer respetable, el pilar de mi hogar. Si había alguien que jamás debía tener una sola mancha, esa era yo.
Y el problema radicaba allí, porque a pesar de saber todas las razones por las cual no debía pasar nuevamente, no podía olvidar los besos y abrazos de Gabe. Ardían como fuego en mi memoria.
Lo evité todo lo que pude, no salí mas con mis compañeros, inventándoles toda clase de evasivas. Evitaba la clase de pesas, que era su especialidad. No quería verlo, y mucho menos observarlo haciendo... pesas, que lo único que haría era traerme a la memoria recuerdos que mi ser completo me pedían a gritos que se volvieran a repetir.
Sin embargo, no podía evitar mirarlo, aunque fuera a distancia. De vez en cuando mi mirada se encontraba con la suya llena de dolor y tristeza.
Un día encontré una nota en mi casillero. Solo una nota, no había rosa esta vez. Me decía que necesitaba hablar conmigo, que se estaba muriendo cada vez que me veía y no podía estar conmigo.
Yo miré por todos lados dentro del vestidor, por si se encontraba allí vigilando mi reacción. Pensé en romper la nota, pero sentía que al hacerlo también rompía el corazón de Gabe aun más. No, ninguno de los dos nos merecíamos lo que estaba pesando, pero yo sabía que la vida no era justa y yo tenía a mis hijos,  a los cuales tarde o temprano tendría que volver.
Y Gabe no tenía cabida en mi vida.
No, porque yo era una mujer casada.
No, porque tenía que respetarme a mí como mujer y madre.
No, porque yo debía ser ejemplo para Miky y Andy.
"¡Maldita sea, por qué no!", tenía ganas de gritar.
Tomé la nota y la metí entre mi ropa, justo al lado de mi corazón. No pensaba responderle a Gabe, pero por lo menos, y aunque fuera en secreto, haría lo que mi corazón dictara.
Salí a tomar la clase y luego me largué a casa a llorar sobre mi almohada, lo que no podía en público.
Y fue cuando tocaron a la puerta.
Yo estaba todavía adormilada al ir a atenderla. El estaba allí. Su brazo apoyado en el marco, su mirada tan triste como cuando la vi la última vez. Y en un arranque de locura, lo besé.
No pude evitarlo, lo necesitaba con desesperación, y  él a mí también.
Y al día siguiente cuando despertamos, acordamos que no nos debíamos engañar más. Allí estábamos el y yo, aquello era real y no podíamos ocultar lo que sentíamos. Pero también sabíamos que pronto debía terminar, así que, cuando acabara el curso yo me iría y el no me llamaría jamás.
Así que decidimos, también, que nadie debía darse cuenta, y mientras todos los demás nos veían partir por rumbos diferentes, nadie sabía que cada noche Gabe y yo dormíamos en la misma cama.
Y un buen día llegó  la graduación del curso.
Gabe y yo nos despedimos como siempre y cada quien tomó caminos diferentes para llegar al gimnasio, la misma rutina de todos los días, solo que esta vez Gabe no llegó al gimnasio. Lo busqué por todas partes, en la cafetería, en las salas de aeróbicos, en las de pesas, en los saunas, y nada.
Estaba desesperada, sabía que ese día iba a ser el último juntos y había hecho planes, el día anterior fui a comprar una botella de champagne. Pensaba hacerle la cena. Y al día siguiente pues, sería nuestra triste despedía.
Le envié varios mensajes de texto, esperando a que me diera una excusa porque el también estaba preparando una sorpresa. Pero no me respondió.
A cada quien lo llamaron en la pequeña ceremonia improvisada, pero a él no lo mencionaron, el modulador del curso nos dijo que se había disculpado el día anterior ya que tuvo una urgencia en su casa.
Entendí entonces que ya lo tenía planeado, que no pensaba presentarse, que  o se despediría de mi.
No me quedé a celebrar con mis compañeros, les inventé la primera disculpa que me pasó por la cabeza, y tomé rumbo directo el departamento. La ropa de Gabe había desaparecido. Tampoco estaban sus enseres de uso personal. Era como si jamás hubiera estado allí.
Me derrumbé en la cama llorando. Yo sabía que todo aquello acababa ese día, pero esperaba despedirme de una manera que siempre lo recordaría con todo el amor que podía sentir. Pero no fue así porque lo único que sentía era dolor y desesperación.
Lloré hasta que quedé sin lágrimas, y luego de allí caí dormida hasta el día siguiente. No quería hacer las maletas, todavía no. Esperaba que por alguna razón, Gabe volviera, aunque fuera para venir a buscar algo que se le hubiese quedado.
Me quedé esperando todo el día, y el día siguiente.
Y nada.
Luego, al tercer día alguien tocó a la puerta. Me arreglé lo mejor que pude diciéndole al que fuera que me esperara unos minutos.
Y cuando abrí, me llevé la sorpresa más grande de mi vida.
Allí, plantados enfrente de mí, se encontraban Miky, Andy y Mike.

jueves, 19 de julio de 2012

LA CULTURA DEL CEPILLO





Todos hemos trabajado en algún momento de la vida, en el que vemos una persona que, de la noche a la mañana, pasa de ser un simple asistente, a alguien con una jefatura clave en la empresa. Si es una persona con las cualidades suficientes para merecer el puesto, se nota enseguida, debido a que él o ella, en conjunto con su equipo de trabajo, obtiene resultados sobresalientes dentro de su departamento, pero si no, lo único que observas es que,  tiempo de tomar el puesto, comienza a haber una serie de despidos, alegando mal rendimiento de estas unidades a su cargo.
De estas últimas personas es a las que va este manifiesto, y aquí van algunas características.
Por lo general, y a pesar de que el departamento suele tener un gran número de colaboradores, son pocas, o ninguna, las personas que pueden decir que tienen bastante tiempo laborando en el departamento, las personas con más tiempo de desempeño por lo general suelen ser amigos allegados del jefe, o simplemente personas que están a cada momento elogiando las virtudes inexistentes de estos.
Si, aquella persona que está pendiente de su película favorita, o de tenerlo siempre en cuenta para la fiesta de sus hijos.
Y aunque el departamento no suele tener el resultado que se espera, siempre escuchas que el jefe, y/o sus allegados más cercanos, se encuentran de viaje pagado por la empresa, o que recibieron algún tipo de bonificación.
El personal a su cargo siempre está en zozobra porque no están seguros de cuándo serán víctimas de las intrigas de su propio jefe, que para justificar si bajo rendimiento, no perderá el tiempo para buscar culpables, cuando en realidad se les pide que busquen una solución.
Suelen rodearse de personas conocedores de la labor a realizar, pero jamás le harán algun reconocimiento de su talento enfrente de las altas jerarquías, procurando que el elogio a los pocos éxitos que puedan tener su sección, sean atibuidos a ellos mismos y no a su equipo de trabajo.
Hablemos de cómo obtienen sus posiciones aventajadas. Puede que tengan un grado de escolaridad a un alto nivel, o puede que sean familiar o allegado al jefe, pero no importa la manera o las condiciones en las cuales fueron contratados, al final siempre sale a relucir su verdadera cualidad, la de ser un "yes man".
Si, esa gente que suele decirle "si" a todas las ideas de los jefes, sin importar cuán loca sea, al final si logran tener éxito, se encarga de hacerle saber a su jefe de que fue gracias a ellos, pero si no, procuran buscar una víctima que cargue con los platos rotos. Jamás tienen el suficiente valor para darle su opinión al jefe, si es que alguna vez lo tienen. Solo saben decir “si”, y elogiar todo lo que el jefe diga.
Están al pendiente de todas las actividades de su jefe: el colegio de sus hijos, los viajes que realiza, el juego de golf del fin de semana, etc, etc, etc. Si el jefe le solicita que le busque la ropa en la lavandería, paralizan la producción de su departamento con tal de ser los primeros al abrir el local. Si el jefe les pide que se agachen para que el pueda estampar la huella de su pie en la parte trasera de su cuerpo, pues proceden a hacer lo propio sin vacilar, ya que saben que, de no tener al jefe contento, su puesto puede peligrar.
En cuanto a su trato con su personal, esperan el mismo trato que ellos tienen con sus jefes. Si no lo hacen, comienza a tratarle mal y hasta le pierde el respeto al llamarle la atención. Por lo general, y como, ya expliqué, la gente suele ser despedida, y los que pueden, le renuncian. A pesar de todo esto, siempre encuentran una nueva víctima para reemplazar las unidades de su departamento, ya que, por si solos no pueden realizar el trabajo. El personal a su cargo suele tener bajo salario, a menos claro, que estés dentro de su círculo de amigos, quienes por lo general tienen regalías y bonificaciones altas.
Tienen muchos nombres: sapos, ranas, cepillos, arrastrados, y sus acciones sapear, ranear, cepillar, y arrastrarse. Muchas veces se hacen chistes a sus espaldas referentes a su vida pública o privada, todo a razón de todas las acciones abusivas en contra de la gente bajo su cargo. Por lo general, la gente está al pendiente de todas las desgracias que les ocurren, ya que se sienten vengados por todas las maldades que hacen (el clásico “eso le pasó por #$$%#@$%”).
Esta, desafortunadamente, es una cultura extremadamente arraigada, y que por lo que se ve está difícil que se pierda, incluso es la actitud que hace que compañías quiebren. Los dueños de empresas suelen rodearse tanto de esta gente que no pueden ver el panorama del mercado, y se dejan guiar por este tipo de gente inepta, que no le importa el norte de la compañía, sino más bien de no perder todos los beneficios producto de su posición.
A este tipo de personas les digo, sigan como van, hagan todo lo que tengan que hacer para conservar su puesto, súbanse en los hombros de todo el que puedan y arrástrense como hasta ahora y más si pueden; porque la posición que tienen ahora, con todas las cualidades que demuestran solamente dan para el puesto que tienen en estos instantes, ya que en otros lugares les va a tocar trabajar, y eso es algo que no saben hacer.

martes, 17 de julio de 2012

GRACIAS MIL!!!




Nunca pensé llegar a las mil visitas, y tengo que decir, muchísimas gracias a todos los que han cliqueado los links de este blog.


Es maravilloso saber que te has tomado un minuto para verlo y leerlo.


Tengo que dar las gracias también a todo el que ha colocado el pulgar arriba o a puesto +1, se siente bien el verlos en cada uno de mis escritos y opiniones.


Gracias también porque jamas pensé que me leyeran en Estados Unidos, Canadá, Chile, Argentina, Venezuela, Colombia, Costa Rica, México, Rusia, Lituania, Francia, UK, España, y otros países mas que no me vienen a la mente, pero que sin embargo, cada vez que veo las estadisticas me emociono.


Una vez mas, gracias. 

domingo, 15 de julio de 2012

CAPITULO 4: PECADO Y CULPA (CUENTO: ¿CÓMO PASÓ?)








Andrea Watson. Ese fue el nombre que di cuando me inscribí en el curso de aeróbicos. No Andrea Robinson, mi nombre de casada
No quería que alguien por casualidad o por tener tema de conversación, tratara de recordarme lo que estaba haciendo, ser una mala esposa que estaba abandonando a sus hijos. A lo mejor no era de esta manera, pero así era como me sentía.
También procuraba guardar los anillos mientras estaba en el gimnasio, así nadie notaria cuan casada estaba. Usualmente llevaba mis dos anillos, tanto el de compromiso como el de casada. Me sentía muy orgullosa de ellos, ya que demostraba mi status en la vida, al que yo siempre aspiré, ser el soporte más importante de la familia que yo forjara. Ahora los anillos eran como ácido para mí, me recordaban a cada minuto lo mal que había llevado mi rol. Aún así, ellos también llevaban la promesa de que tarde o temprano volvería a recuperar lo que estaba dejando tan despreocupadamente.
Aunque yo le prometí a Mike llamarlo al menos una vez por semana, eso no quería decir que el no me enviara mensajes de texto todas las noches, a las nueve en punto. Me mandaba un mensaje distinto todas las noches, cosas como que lo nuestro no se hizo en un día y que jamás iba a terminar, o que la llama entre dos corazones que se aman no se apagaba con la distancia, o simplemente un los niños te extrañan y yo también, con lo cual solamente hacía que mi dolor se acrecentara, porque más que perder a Mike, me dolía lo que pensaran mis hijos.
Andy siempre me enviaba un mensaje después que llegaba del colegio, incluso nos comunicábamos por internet cuando yo llegaba a la casa y me conectaba, siempre preguntándome por cómo me iba en las clases, incluso me pedía que le enviara fotos de cuando estaba haciendo mi rutina. Por lo general le pedía a alguien que la tomara para enviársela cuanto me llamara. Cada vez que veía a mi bebé tenía que combatir las lágrimas para que no me viera llorar, por lo que a veces hablaba con él varias veces en el día, pero por poco tiempo.
Micky era otra cosa. Las pocas veces que hablaba conmigo por teléfono, me contestaba con un si o un no de vez en cuando, la única pregunta en concreto que me hacía era que cuándo volvería, y siempre terminaba diciéndome que me amaba mucho. El nunca ha sido muy comunicativo que digamos, pero el solo hecho de hablar conmigo me desgarraba el alma cada vez. Era muy duro hacer lo que estaba haciendo, pero sabía que debía hacerlo, de otro modo esta familia se vendría abajo. Mike me faltaría descaradamente, y yo estaría desecha y amargada, y mis hijos estarían allí para resentir todo aquello.
No, eso no era lo que yo quería, ni tampoco era lo que mis hijos se merecían.
No me molesté en hacer muchos amigos en el curso, solamente me dedicaba a ver las diferentes técnicas y luego de ello irme a casa, un departamento que se componía de una sola habitación amplia, donde había un rincón para cada cosa, la única puerta a parte de la de entrada era la de cuarto de baño, el cual estaba equipado de una ducha y un inodoro, no tenia lavamanos.
Estaba bien, Mike me dejó una buena suma como para alquilarme un departamento más espacioso si quería, pero en mi interior no me apetecía un lugar que me recordara a un hogar, ese estaba donde se encontraba mis hijos, y bueno, también Mike.
Todavía no pensaba perdonarlo, ni siquiera sabía que sentía por él, solamente recordaba la imagen de él con la domestica en la mente, nada más. Pensar en volver a la casa sin haber aclarado bien mis sentimientos, o al menos curarlos, significaba que mi resentimiento hacia él no permitiría que pudiera estar a su lado, lo que al final provocaría que nos separáramos, y para que esto funcionara, debía volverlo a sentir como mi pareja, no como si nada hubiera pasado, sino que este engaño fuera parte de otro de nuestros obstáculos superados, igual que cuando al principio me costó aprender cómo le gustaba que almidonara sus camisas, o como le gustaba que cocinara. Esto no se parecía a aquello, pero quería tener la sensación de que esa etapa había pasado.
Un buen día estaba yo sentada en la cafetería del gimnasio, cuando el mesero llegó con una nota decía las chicas lindas no deberían estar tristes.
Me quedé extrañadísima.
Busqué por todos lados a ver quien estuviera mirándome, pero no vi a nadie.
Tomé la nota y la guardé en mi maletín y me retiré de inmediato. No quería que nadie creyera que estaba allí para flirtear. Yo estaba allí para darle una lección a Mike, mientras curaba mi herida. Y la mejor forma de espantar a cualquier futuro pretendiente era alejarme lo más pronto posible antes de que llagara una segunda nota.
Al día siguiente evite la cafetería y me fui directamente al salón de las clases, a pesar de que sabía que no habría nadie. Comencé a practicar la rutina del día anterior. Mis compañeros fueron llegando en grupos y la sala se llenó. Nos explicaron las mejores técnicas de respiración, a fin  de optimizar nuestro rendimiento. Luego salimos y yo me fui directo al departamento a esperar que me llamara Andy.
Para la siguiente clase, cuando llegué a mi casillero en el gimnasio, me encontré una rosa rosada pegada con cinta adhesiva a la puerta, y una nota que decía a veces los amigos vienen de formas muy extrañas.
Para mi alivio me encontraba sola, de no haber sido así, alguien hubiera notado que el pequeño gesto me ruborizó. Guardé la nota y la rosa dentro del casillero, no quería que nadie las viera, podrían pensar que le estaba dando la importancia que esa persona pretendía que tuviera. Podría pensar que tenía oportunidad de acercarse.
Durante esa semana llegaron cada día, una nueva rosa y un nuevo mensaje. Notas de aliento como, no estes triste, regálale una sonrisa a la vida, o, limpia tu carita y muéstrales a los demás tu hermosa mirada, que robaban de mi boca una ligera sonrisa. Quienquiera que me enviara los mensajes ciertamente me estaba observando detenidamente, y había notado lo afligida que me sentía. Las notas me hacían olvidar por un momento mi tristeza, y de algún modo, aunque no conociera a la persona, me daban la sensación de estar acompañada.
Pensaba que, de alguna manera le importaba a esta persona desconocida.
Más notas llegaron, y con cada una, me sentía feliz. Incluso llegó un momento en que las esperaba. Procuraba llegar a mi casillero antes que las demás, y guardaba las rosas hasta que era el momento de irme a casa. Todas las notas estaban guardadas en el buró al lado de mi cama y las rosas las tenía en un jarrón de ese mismo mueble,  donde podía admirarlas, mientras me comunicaba con mis hijos, o más bien, con Andy la mayor parte del tiempo, que me decía que me veía muy animada, y que estaba feliz por mí.
 Comencé a hacer algunos amigos en el gimnasio. Digamos que más bien dejé de ignorar esa parte de mí que me decía que era una total descortés, al limitarme dando el clásico “buenos días” o “buenas tardes”. Por lo general procuraba tener cierta platica con la gente que me rodeaba, acerca de cómo se veía el tipo de ropa que usaban, o elogiar el buen desempeño que tenían durante las clases. Normalmente cuando lo hacían conmigo en este curso, yo solía dar las gracias e irme para otro lado. Ahora no solamente agradecía sino que procuraba decirles algo igual o mejor.
Pronto mis compañeros y yo hacíamos grupos en la cafetería antes de entrar a clases, igual que como lo hacía en secundaria. Decíamos una que otra broma y nos divertíamos con las anécdotas de todos. Era como tus compañeros de clase debían ser, y de lo cual hasta ahora había escapado.
Me sentí mucho más animada que antes, tanto que llevé esto un poco más allá, empecé a salir con el grupo. Por lo general hacer cosas inocentes, como divertirnos en el cine o ir a uno que otro karaoke un viernes por la noche. Era maravilloso y estaba mucho más relajada.
Fue entonces cuando Gabe decidió acercarse a mí, y el descalabro hacia un nuevo mundo inició.

sábado, 14 de julio de 2012

PARA QUE LOS SUEÑOS SE CUMPLAN





Cuando era niña tenía una prima de crianza que me decía que ella se iba a casar con un norteamericano. Yo nunca le dije nada, pero siempre me pareció una locura. Más tarde cuando ya éramos adolescentes ella tuvo un par de novios, pero siempre me dijo que no se iba a casar con ellos, porque ella pensaba casarse con un norteamericano. Otra vez mi impresión de que estaba loca seguía allí.
Cuando consiguió su novio norteamericano me dije, “bueno, no es que estuviera tan loca”, pero cuando un par de años después me entero de que lo dejó, se casó con un alemán y se fue a vivir a Europa, me pregunté si la loca en realidad era yo.
No había probabilidad de que mi prima tuviera esa oportunidad, ella era una chica de escasos recursos, que tenía problemas familiares enormes, que no vienen al caso, e incluso su mayor preocupación era graduarse de la secundaria, y no porque no tuviera la capacidad intelectual, sino porque su padrastro se negaba a ayudarla económicamente.
Sin embargo parece que muchas veces no hay que ponerle mucha lógica a los deseos.
Otro caso es el de un tío, primo de mi madre, quien es actualmente odontólogo. Incluso llegó a tener una modesta clínica en su pueblo natal. Un buen día nos enteramos que decidió irse para Miami con toda su familia, dos gemelas y su esposa. Hoy por hoy tiene dos clínicas en Miami, tiene tres hijos graduados en la universidad en Estados Unidos, y está planeando su retiro.
A los que se preguntan por qué traigo este último caso a colación, la respuesta es muy simple, por lo general la gente quiere irse a los Estados Unidos cuando no tienen futuro en su país de origen, sin embargo el ya tenía una profesión aquí y se fue.
Entonces, también me doy cuenta de que el deseo de superación no solamente alcanza a los que pocos tienen, sino que más bien hay gente con visión.
Muchas veces el pensar las cosas demasiado hace que desistamos de las mismas. Otras veces nos obsesionamos con un tema, que no importa cuántos reveses tengamos, al final sabemos que, tarde o  temprano obtendremos lo que queremos. Es cuestión de desear las cosas a tal punto que todos tus pasos van encaminados a una sola cosa.
Conozco muchas historias de personas que lo intentaron perseveraron, tropezaron, se levantaron, y hoy en día llegaron a la meta. Todo es cuestión de proponérselo, no importa los obstáculos que tengas, lo importante es no perder el norte.
Mi padre de 64 años, obtuvo su maestría el miércoles. Mi madre a los 52 años decidió irse a probar oportunidad en los Estados Unidos, y hoy es ciudadana americana.  No creo que alguien me pueda preguntar si estoy orgullosa de ellos, lo único que si pueden hacer es preguntarse si yo algún día podré llegar a ser como ellos.

jueves, 12 de julio de 2012

CAPITULO 3: COMO FUE MI MADRE (CUENTO: ¿CÓMO PASÓ?)






Cuando a mi padre le detectaron cáncer hace unos cuantos años atrás, mi madre se dedicó en cuerpo y alma a él, y cuando las cosas empeoraron, era mi madre la que se encargaba de cuidarlo en el hospital, atendiendo su agonizante llanto, por lo dolores provocados por la quimioterapia.
Cuando murió, mi madre estuvo inconsolable, hasta que al final, luego de dos meses de dolor y tristeza, murió también.
Allí estaba yo, hija única que perdió a sus padres en cuestión de meses. Yo heredé la casa donde nací y crecí, pero nunca fui capaz de ni de vivir en esa casa, ni de venderla, a pesar de que Mike me propuso ambas posibilidades, y hubiese sido mejor para todos, es una amplia casa con enormes habitaciones,  como se hacían en antaño, que además poseía terreno en la parte de atrás, para que nuestros hijos jugaran.
Solamente vendimos los caballos, esos que fueron mis compañeros de la niñez y mi adolescencia. No podía quedarme con ellos ya que no soportaba la idea de cuidarlos, no sin recordar a cada instante todas las veces que mi padre y yo nos dedicábamos a cepillarlos, o cabalgar con ellos durante las tardes.
¡Cuánta falta me hicieron aquellos caballos en aquel momento cuando abandoné a Mike!
Justo cuando lo sorprendí con la zorra de la mucama.
¡Yo debí haberlo sospechado desde un principio!
Pero, como siempre, no veo las señales hasta cuando ya es muy tarde. Y si hago una retrospectiva, todavía no las encuentro. De seguro él la trajo a la casa, para seguir con su amorío que quién sabe cuando realmente comenzó.
No, no puedo hacer memoria sobre las señales. Pero el punto en ese momento no era el saber cómo ocurrió, sino saber que iba a pasar de allí en adelante. Puede que mi relación con Mike estaba rota, pero yo no podría jamás abandonar a mis hijos. Sin embargo, y con toda esta carga emocional, no me veía llevando la vida normal de siempre, como si nada hubiera pasado, así que decidí darme unos días para desahogarme, y quien mejor que mi prima Esther, mi compañera de la infancia para hacerlo.
Ella vivía en la casa de mis padres. Mike y yo decidimos que, mientras no tomáramos una decisión definitiva con respecto a la casa, sería un desperdicio que no fuera habitada, así que pensamos que sería una buena idea si Esther y su familia se alojara en ella, y que administrara la tierra lo mejor posible.
Y eso fue lo que hizo, montó un negocio de gallinas ponedoras, en una parte, y en la otra, una lechería y venta de queso. Con estos dos negocios modestos ella nos pasaba una renta anual por el uso de la propiedad, y así no sentirse viviendo de gratis.
Al día siguiente de mi llegada a la casa de mis padres, Mike se plantó en la entrada de la casa, primero exigiendo verme, y luego suplicando hablar conmigo. Y al ver que yo no me presentaba, se fue. Al día siguiente volvió a plantarse en la puerta durante todo el día, hasta que finalmente desistió y se fue.
El siguiente día hizo exactamente lo mismo, y yo comenzaba a preocuparme por mis hijos, es decir, ¿Con quien estarían? Le pedí a mi prima que lo averiguara, y al poco rato me respondió que Mike se negaba a decírselo, que solo me lo respondería a mí. Así que salí a preguntárselo directamente, y en cuanto me vio se lanzó hacia mí, abrazándome y besándome, a pesar de que yo lo rechazaba.
No quería saber de él de ninguna manera, por lo que mi respuesta fie darle un punta pie donde más le dolía, y luego, cuando se separó le propine una cachetada. El me miró dolido, pero no me dijo nada, supongo que entendía que se lo merecía.
Me respondió que mis hijos estaban con su madre, quien estaba en nuestra casa. Yo me sentí mucho mas aliviada, pero de inmediato me repuse, di media vuelta y me marché.
Más días pasaron y Mike no se iba aun del pueblo. Ya no se plantaba en la puerta, pero si rondaba la casa. Hablaba con Esther y  Rick, guardando la esperanza de que ellos intercedieran por el. Rick así lo hizo, pero mi prima jamás mencionó una sola palabra al respecto.
Un buen día, después de darme cuenta que me comportaba como una tonta, decidí darle la oportunidad de escucharlo. Me dijo que lo perdonara, que esa había sido una estupidez, que nunca debió dejar engatusar por la mucama, que jamás lo volvería a hacer, que yo era su esposa, la madre de sus hijos, la mujer que había tomado como compañera de su vida, que me amaba como nunca.
Yo lo escuché, solamente. Luego di la media vuelta, y le dije que me diera unos días para pensar, y así lo hice. Pero no para plantearme si todavía lo amaba, esa no era la pregunta. Lo que yo me planteaba era si mis hijos merecían que sus padres se separaran por tanto tiempo.
Estaba muy segura de que no era la primera vez que el faltaba a nuestro matrimonio, es más, estoy segura que ya me había faltado cuando éramos novios, pero yo nunca quise averiguarlo. Eso era algo que los hombres hacían, mi padre lo hizo cuando estuvo casado con mi madre y no por eso ellos se separaron. Sin embargo, yo jamás escuché a mi madre decir que mi padre le paseó las queridas por la casa, ni mucho menos que las tuviera dentro de la casa, y eso era algo que yo no iba a permitirle a Mike. Si lo perdonaba tan fácilmente esta vez, el pensaría que yo lo perdonaría todas las veces, por lo que debía sufrir todo lo humanamente posible antes de que yo lo perdonara.
La pregunta era, por cuánto tiempo más.
Por su actitud veía que él pensaba finiquitar el asunto lo más pronto posible, así que tenía que buscar la manera de que no estuviera cerca de mí. Igual que hice tiempo atrás con mis padres, debía volver a escaparme de mi pueblo natal.
Llamé algunos amigos del gimnasio, y ellos me dieron una alternativa, un curso intensivo para ser entrenadora de aeróbicos, que duraba unos dos meses, tiempo perfecto para que Mike pensara bien si volvería a engañarme tan descaradamente.
Y con este plan, fui a comunicarle, no ha preguntarle hago constar, que me iba para la capital. Es mas, le pedí dinero para la inscripción y para mantenerme durante ese tiempo, a lo cual el accedió sin protestar.
Solamente me pidió que le prometiera que lo llamara aunque fuera una vez por semana, a lo cual, por supuesto, me comprometí.
Y fue así como comenzó mi verdadero cambio.

martes, 10 de julio de 2012

CAPITULO 2: MIS IDEALES CUESTA ABAJO (CUENTO: ¿CÓMO PASÓ?)








Sarah Andrea no llegó, en su lugar vino un precioso regordete, de hermosos hoyuelos y ojos color avellanas llamado Andy. Es quizás mucho más parecido a Mike que el propio Miky, pero en cuanto a su manera de actuar y de hacer las cosas es igual a mí.
Juro que adoro a mis dos hijos por igual, pero Andy es mucho más apegado a mí que mi primer hijo, por eso mucha gente piensa que lo quiero más a él, pero no es así, es solo que tienen personalidades diferentes. Mientras Miky se dedica a armar rompecabezas y bloques de construcción, Andy es más dado ayudarme en todos mis quehaceres. Siempre está pendiente de todo lo que yo hago, es mucho más sensible y le afecta todo lo que le rodea. Es muy aseado y ordenado, sus cuadernos del colegio son los más pulcros de todos, es un ejemplo para toda su clase.
Y aun así jamás he entendido por qué Mike siempre le ha tenido algo de recelo. ¡Es su hijo! Tan igual a él, que parece su clon. Y mientras Andy solo se dedica a adorarlo, Mike no hace sino echarlo a un lado cada vez que puede. Dice que es algo "refinado", dando a entender que en mi hijo hay algún defecto.
Nunca se ha atrevido a decirme abiertamente cual es el defecto que le encuentra, aunque no lo entiendo, cualquiera querría un hijo como Andy, serio, responsable, detallista, meticuloso, estudioso, ordenado, es un modelo de hijo. Y no es que sea mejor que Miky, quien es un buen estudiante, aunque no el mejor, y quien se destaca en todos los deportes, desde casi el jardín de infancia, cuando Mike y yo asistíamos a esas mini ligas, que más parecían una carrera por la pelota, que un verdadero partido. Siempre llegaba de primero a la portería.
Todo este tiempo me ha dolido que su propio padre rechace uno de mis hijos. Yo no hago distinción jamás entre uno y otro. Tal parece que el amor de un padre tiene más límites que el de una madre. Esto creó cierto resentimiento entre los dos, provocando que nos distanciáramos, casi desde que Andy comenzara a caminar. Si él no quería a uno de mis hijos, tampoco yo lo pensaba soportar. Y por cada desaire echo a mi Andy, se abría un poco más la brecha que existía entre los dos.
Por supuesto que yo seguía cumpliendo con mis labores de casa y de madre, pero en lo referente a mis deberes de esposa, pues se convirtieron en eso, en deberes. Ya no disfrutaba de nuestros momentos de intimidad como en un principio.
El fuego se fue apagando. Yo siempre cumplí, incluso cuando tenía mis sospechas de que tenia a otra. Ni una sola vez dejé de complacerlo, me convertí en una verdadera actriz, sobre todo cuando él me hacia algún reproche de que no me sentía vibrar de placer, y era cuando hacia mi mejor interpretación.
Pero, por cada vez que teníamos intimidad, mas resentimiento guardaba hacia él, porque me sentía usada, como si yo fuera el cuerpo solamente, mientras mi alma era anulada casi por completo. Pero debía hacerlo, no podía perder mi matrimonio. Era lo más importante en mi vida, mi marido y mi hermosa familia se vendría abajo si yo no sabía llevar mi rol de esposa. Yo tenía que ser la mujer ejemplar en todos los aspectos, siempre. Así fue mi madre y mi abuela, y así debía ser yo.
Un día Mike  llegó a casa con una excelente noticia, lo habían ascendido de puesto en su compañía, aumentándole el salario a casi el doble de lo que ganaba en ese momento. Solamente había un pequeño detalle, el trabajo era en otra ciudad, por lo que debíamos mudarnos a una casa pagada por la empresa, la cual incluía una domestica que se encargaba de la limpieza y de administrar los pagos de los servicios.
A decir verdad ambos fuimos ascendidos, el a jefe de sección, y yo a ser una verdadera ama de casa.
No sería más la esclava.
Eso me daba más tiempo para dedicarle a mis hijos y a mí misma, así que decidí que era tiempo de volver a ser aquella chica que ganó el concurso a reina de mi pueblo, por lo que me inscribí en un gimnasio.
Me involucré tanto en los ejercicios, que incluso llegué a competir en ciclos de aeróbicos, hasta ganar algunos premios. Mis hijos eran los mejores en todas las actividades, y estudiantes ejemplares, aunque claro, Andy destacaba un poco más que Miky.
También mi deseo por estar con mi marido mejoró con los ejercicios, no sé qué tiene que ver una cosa con la otra, pero mi apetito sexual aumentó; aunque no fue así para Mike, a quien veía desanimado en esa parte, alegando que el trabajo lo dejaba exhausto.
Yo lo justificaba, después de todo ya casi ni lo veía, se iba temprano en las mañanas y llegaba a casa hasta tarde. A veces lo cuestionaba acerca de si todo esto valía la pena, y él me enumeraba todo lo que teníamos, una casa mas grande, la calidad de la educación de nuestros hijos había mejorado, y yo no me veía malhumorada como antes, es más me alagaba diciéndome que lucía más radiante cada día.
Así que decidí que si él lo veía todo bien, yo iba a procurar que el también estuviera bien. Me dediqué a buscarle toda clase de remedios saludables, dietas que aumentaban la energía, comidas bajas en colesterol, lo obligaba a que hiciera al menos quince minutos de ejercicio al día, y para ello le hice un pequeño gimnasio en la casa, con una cama de alzar pesas. Hasta le hice una rutona de ejercicios, primero los ejercicios cardiovasculares y luego las pesas.
Un día, mientras me encontraba en el gimnasio, recibí una llamada anónima, de alguien que decía que debía correr a la casa ya que mi marido estaba con otra.
Salí despavorida, no me importó estar en ropa de ejercicio, no pensé en ningún momento en que mi ropa de cambio seguía en el casillero, ni mucho menos perder la sesión de masajes que había programado desde hacía una semana. Solamente había un pensamiento rondándome "en mi propia casa, donde viven nuestros hijos".
Cuando llegué fui directamente a nuestra habitación, sin siquiera ver donde se encontraba la domestica, si él estaba haciendo algo como esto, de seguro le habría dado la mañana libre. Pero no encontré en nuestra habitación, incluso la cama estaba arreglada, sin muestras de que allí se hubiera dormido la noche anterior, por lo que me sentí aliviada de que fuese una falsa alarma, sin embargo, verifiqué en todas las habitaciones, por si el muy cretino se le hubiese ocurrido mancillar las camas de nuestros hijos, pero también estaban Inmaculadas. Con alivio fui en busca de un vaso de agua y me senté en una de las sillas del comedor. Si corazón volvía a su ritmo normal.
¿Cómo se me pudo haber ocurrido hacerle caso a una llamada anónima?
Mike no haría eso, no en nuestro hogar.
Tomé otro par de minutos, mientras me reía de mi estupidez, decía yo en aquel momento, justo en el instante en que decidí ir a terminar mi rutina en el pequeño gimnasio de la casa.
Y fue allí donde los escuche. Me acerqué cuidadosamente para que no me descubrieran.
Los dos estaban revolcándose justo encima de la cama para levantar pesas, el acostado con una mujer encima de él, nada más y nada menos que la doméstica, quien no paraba de gemir y de llamarlo por su nombre.
Yo no pude soportarlo y les grité todo lo que pasaba por mi cabeza. A la maldita domestica la agarré por las greñas y la saqué a rastras por la puerta de enfrente, casi desnuda, mientras él me gritaba el clásico "no es lo que tú piensas, mi amor".

Las lágrimas salían de mis ojos como si fueran dos cascadas. No estaba pensando, así que hice lo primero que me pasó por la mente, hice mis maletas y me largué con Mike tratando de detenerme.