- ¿Y ahora que voy hacer? - Se pregunto Benji, después de salir de la oficina de su jefe. Eran las tres de la tarde, la hora de la salida. Para Benji fue muy extraño que le dijesen que fuera a la oficina de su jefe. Hoy más que nunca había realizado todo bien en su trabajo, “ ¿Que habría pasado?”, no lo entendía.
Como encargado de la seguridad de la empresa, había tratado de cumplir con todas las expectativas de su trabajo, verificar que todos los puestos de entradas estuviesen cubiertos, procurar que la sala de videos estuviese vigilada las veinticuatro horas del día, encargarse del mantenimiento periódico de las cámaras de vigilancia, había procurado dar charlas a cada miembro del edificio explicar todas las normas de seguridad que debían mantener, en fin mantenía un área de trabajo totalmente segura: se sentía orgulloso de su trabajo y de todo lo que había logrado a la fecha.
Esto no había sido fácil, no, su puesto fue ganado a pulso a lo largo de algunos años, y es que, a pesar de tener una licenciatura en seguridad, una cosa era la teoría y otra la práctica, pues en el mundo real lidiar con gente, y de todo tipo de gente, desde el fastidioso Luis su segundo al mando, quien informaba al jefe de todo los movimientos de Benji, hasta el dormilón de Iván, quien de vez en cuando se podía hallar en su puesto dormido. Poco a poco fue ganándose el respeto de Luis, haciéndolo entender que era preferible convertirse en parte del equipo, y con cada día que pasaba Luis entendió que ser la piedra en el zapato de Benji solamente lo hacía perder el tiempo valioso que requería para hacer bien su trabajo. Con Iván fue un poco más difícil, ya que su situación era algo diferente, pues el joven estudiaba de noche, y era difícil para el contener el sueño de día. Benji busco la manera de solucionar el problema sin que ni Iván ni su trabajo se vieran afectados, lo puso de vigilante de pasillo, por lo que tenía que caminar cada media hora mientras vigilaba los pasillos de su nivel, y esto además le daba tiempo para descansar y realizar los deberes que le dejaban de la noche anterior.
Hoy lo habían llamado de la oficina de su jefe. La última vez que le habían dicho que fue a esta oficina no le fue muy bien, puesto que encontraron una anomalía en uno de los departamentos más importantes de la compañía por lo que, como jefe de la seguridad lo habían hecho directamente responsable. Pero esto fue en el primer mes de labores, ahora era diferente, todo estaba bajo control, incluso llevaba dos años consecutivos que lo habían condecorado como el mejor empleado, no solamente de esta sucursal, sino a nivel de toda la empresa. Pero aparentemente, hoy su jefe se había olvidado de todo aquello, pues le había dado su carta de despido.
Triste, recogió todas sus pertenencias de su escritorio, pues le habían dicho que tenía que salir del edificio inmediatamente sin decirle una sola palabra a nadie, pues no querían alertar a nadie de la crisis que estaba atravesando la empresa. Le habían dado incluso sus prestaciones y un pequeño bono por todos los logros que había realizado en esta empresa. Además de esto le dieron una carta con altas recomendaciones. Nada de esto lo hizo sentir mejor, porque pareciese que todos sus esfuerzos habían servido para absolutamente para nada.
Cuando llegó a su casa su esposa lo esperaba muy triste también, pues el ya le había adelantado por teléfono la noticia. A pesar de que sabía que debía ser el apoyo para su esposo, Carol no dejaba de preguntarse qué ocurriría con su creciente familia, pues ella tenía 6 meses de embarazo. Sin embargo, al ver la cara apesadumbrada de Benji, no pudo hacer otra cosa más que abrazarlo con todas sus fuerzas y susurrarle al hoy que todo saldría bien.
Al día siguiente de su despido de la empresa, Benji decidió que esto no lo iba a desanimar, comenzó a buscar empleo, contactó a todos sus amigos y conocido, envío su curriculum a toda empresa que pudo, sin embargo el tiempo pasó y el dinero escació, por lo que, en su desesperación, decidió tomar el primer empleo que encontró, comenzó a trabajar de chofer de taxi. En un principio no le fue muy bien, pues no se sabía las rutas de la ciudad, las cuales tuvo que aprender por ensayo y error, y poco a poco logró aprender cuales eran los lugares ideales para conseguir clientes.
El dinero comenzó a llegar a su hogar, no en la misma cantidad, pero lo suficiente para pagar sus cuentas. Por un tiempo Benji dejó de buscar trabajo en su profesión y decidió que por lo pronto estaba bien ser chofer de taxi. Esto tenía muchas ventajas, trabajaba al tiempo que deseaba por el tiempo que deseaba, si quería podía dejar de trabajar por días si quería, siempre y cuando tuviese el dinero que debía pagar al dueño del vehículo por arrendárselo. En fin era un trabajo con sus propias ventajas y por sobretodo, nadie lo despediría.
Pero su esposa no pensaba igual. Ella le anhelaba aquellos días en los que su esposo era el jefe de seguridad de la empresa más prestigiosa de la ciudad, podía presumirlo entre sus amigas y familiares, y le daba para pagarse ciertos lujos que ahora no podía. Se sentía triste y avergonzada cada vez que alguien le preguntaba por el empleo de su esposo. Esto era causa de muchas discusiones entre Benji y ella, por lo que Carol terminó por separarse de él. No valió de nada decirle que Benji le dijera lo desolado que se sentiría sin ella y sin su bebé. Ella solamente se limitó a darle un ultimátum: o conseguía un trabajo “digno” o no regresaría.
Benji comenzó a creer en la mala suerte, no podía ser otra cosa, perder un magnifico empleo y que su esposa lo dejase, a pesar de todos los esfuerzos que había hecho para mantenerlos, no podía ser otra cosa. Decidió que definitivamente habían personas con buena estrella y otras con mala estrella y el pertenecía al último grupo. Entonces comenzó a hundirse en la bebida, lo cual hizo que un dia estrellara el taxi con el que trabajaba. El dueño de este lo despidió y además le dejó muy malas recomendaciones ante los otros dueños de taxis. Al verse sin trabajo las cuentas comenzaron a acumularse. Un día perdió su casa y se tuvo que mudar a un barrio de mala muerte, codeándose con toda clase de gente, y terminó trabajando como celador en un bar.
Un día estaba en su puesto de trabajo y se desmayó, ya que se había pasado el día entero bebiendo pie. Al despertar se encontró en una sala de un hospital, conectado a varios aparatos y jeringas. No tenía la menor idea de cómo había llegado allí, los doctores le habían dicho que su condición era muy crítica producto del alcohol, que debía ir a un centro de rehabilitación lo más pronto posible. Benji no hizo más que preocuparse por la cuenta y no escuchó nada de lo que le habían indicado. Al día siguiente, cuando le estaban dando de alta en el hospital le indicaron que su cuenta había sido pagada, lo cual le sorprendió y le alivio muchísimo.
A la semana siguiente la administración del bar decidió contratar a otro celador para que hiciese el trabajo junto a él, su nombre era Miguel, un hombre de unos treinta o treinta y cinco años con barbas y bigotes, y parecía que no podía parar de hablar. A menudo le contaba acerca de su familia, de su esposa y de sus hijos, y de lo bien que le iba. Le contaba toda clase de historias acerca de ellos, de cómo le iban a sus hijos en la escuela, de todas las anécdotas acerca de su vida diaria, y de lo feliz que era con ellos. Esto solo hacia hacer sentir a Benji cada vez mas amargado, pues le recordaba la vida que pudo tener con Carol y su hijo que ahora debía tener unos diez años.
Hacia todo lo posible para ignorarlo, de vez en cuanto simplemente se ponía los audífonos para no tener que escucharlo, pero entre mas lo ignoraba más persistente se ponía Miguel. Un día Benji cansado simplemente estalló, le dijo que por ser compañeros no tenían que ser amigos, que no le interesaba nada referente a su vida, que le tenía sin cuidado todas esas situaciones jocosas con su familia, y que además, no entendía por qué se sentía tan feliz si era un simple celador igual que él.
Miguel esbozó una sonrisa muy fugaz como para que Benji tuviera tiempo de decidir si la vio o no. Luego se limitó a mirarlo por un largo rato y comenzó a hablar. Le comenzó a contar una historia, y no le importó que Benji hiciera todo lo posible por ignorarlo. Le habló de un chico que vivía con una tía, la cual tenía dos hijos propios. Le contó que la madre de ese chico había muerto cuando tenía catorce años, y que vivían en la más absoluta pobreza antes de que ella muriese, y que cuando se mudó con su tía su situación empeoró ya que ella vivía en peores condiciones que las de su madre. Le contó que este chico comía máximo dos veces por día, una de las cuales recibía del comedor comunal de la parroquia cercana. Su ropa también provenía de allí, ya que su tía no podía comprarla.
Pero este muchacho no se desanimaba, a pesar de su condición siempre era el mejor de su clase, pues siempre le dijeron que si estudiaba, podría ganar una beca para estudiar una carrera, y ganar mucho dinero, con esto podía salir de la pobreza. A menudo soñaba con todas las cosas maravillosas que podían comprar, comida, una casa y un auto, y por sobre todo, su familia no volvería a pasar penurias.
Cuando estuvo en el último año del colegio, fue uno de los nominados para la tan esperada beca, su emoción lo hacía sentirse que en las nubes, como si ya se fuese el ganador. Cuando llegó el día de la nominación se decepcionó muchísimo al ver que había quedado en segundo lugar. Al llegar a su casa, le contó a su tía con mucha tristeza todo lo ocurrido, y ella, que se sentía como su segunda madre, le dijo que no se sintiera mal, que la vida nos ponía obstáculos para que uno aprendiera a saltarlos, pero el chico siguió sintiéndose miserable.
Pero su tía le dijo que no le importaba si se sentía mal o no, debía inscribirse en la universidad, y a pesar de su desanimo lo hizo, tomó el consejo que le dio el padre de la parroquia, tomó una carrera de noche y trabajaba de día como celador. Le costó mucho, incluso un día estaba a punto de abandonarlo todo, pues por estudiar de noche, iba a perder su empleo. Pero su jefe, en vez de despedirlo le preguntó referente a sus problemas, y el chico se los contó, pero para su sorpresa, su jefe lo intentó ayudarlo, le dio una asignación que pudiera permitirle estudiar sin descuidar su trabajo.
Al poco tiempo se graduó, loco de emoción le dio las gracias a todos los que lo animaron para que continuara su carrera, a su tía, al sacerdote y a su jefe, pero a este último no pudo darle las gracias, ya que ese mismo día había renunciado, según le contaron en el trabajo. Poco después consiguió un mejor empleo, acorde con su nueva carrera, era un técnico en computación. Decidió que seguiría estudiando, tal y como le había propuesto el sacerdote. Tomó la carrera de administración, fue allí donde conoció a su ahora esposa, aunque para ese entonces todavía no se habían casado.
Poco a poco y gracias a él, la situación en su casa comenzó mejorar, sus primos tenían comida en la mesa, y además ropa y calzado. Su tía le daba le decía todos los días que gracias a que no se desanimó y continuó con sus estudios hoy en día había conseguido tanto. El se sentía feliz por él y por su familia. Todo esto le daba ánimo para seguir adelante.
Pero los problemas no dejaron de perseguirlo, un día hubo un recorte de personal y lo despidieron. Fue entonces cuando se comenzó a desanimar, se sentía frustrado porque a pesar de que había hecho todo lo que le dijeron que hiciera para lograr sus metas, no lo logró. Su tía por segunda vez conversó con él, le dijo que no tenía porque sentirse triste, que viera de donde venía y que todo lo que había logrado. Le dijo que él había comenzado de cero, que había ganado mucho, y que no le tuviera miedo a volver a comenzar de cero.
Fue entonces cuando decidió volver a trabajar de celador en la primera empresa donde trabajó y conoció al mejor jefe que había tenido. Encontró que su puesto había sido tomado por el segundo al mando, un hombre de nombre Luis, quien siempre tuvo envidia de su primer jefe. Descubrió que su anterior jefe había sido despedido y no renunció, como le hicieron creer a él y a todos. Luis su nuevo jefe, había hecho todo lo posible por hacerse amigo de su predecesor y aprender todas sus técnicas, luego se hizo amigo del gerente de la sucursal y le propuso un trato, en donde le hizo ver que él podía hacer el trabajo de jefe de seguridad por un menor salario. El gerente accedió y lo despidió, y para no levantar sospechas le hizo creer a todo el mundo que había renunciado. Todo esto con el fin de quedarse con parte del salario de su antiguo jefe de seguridad.
Su nuevo jefe, Luis, no tenía la calidad humana que el anterior, y poco a poco las cosas se le salían de las manos. En una ocasión hubo un violación a uno de los departamentos más importantes de la sucursal, en un cambio de guardia. Aparentemente el relevo de turno llegó tarde y los ladrones aprovecharon para colarse y robar. Fue entonces cuando el gerente se dio cuenta del gran error que cometió. Intentó repararlo, despidió a Luis e intentó recontratar a su antiguo jefe de seguridad, pero parece que se había mudado y no lo pudo contactar.
Al tiempo el chico, viendo todos estos problemas en esta empresa, decidió empeñosamente buscar un nuevo empleo, preferiblemente algo que tuviera que ver con su carrera. A los meses lo consiguió, pero por la mitad del salario de su otro empleo, pero no le importó. Un par de años después se graduó de administrador, y para su sorpresa, su primer empleo como tal, fue el del gerente de la sucursal de su primer empleo. Fue entonces cuando decidió casarse.
Pero esto no terminó allí, el muchacho, luego de un par de años decidió abrir un negocio propio, buscó entre muchas alternativas, hasta que le pareció conveniente abrir un bar. El negocio era prospero, al tiempo que prosperaba también su familia, le había devuelto el favor a todos los que lo apoyaron, a menudo va a la parroquia con donaciones de comida y ropa, y logró que sus primos tuvieran carreras magnificas, uno es abogado y el otro es un doctor, también le compró una casa a su tía. En fin le devolvió el favor a todos, menos a una sola persona, su primer jefe.
Un día lo llamaron de la puerta, pues uno de sus empleados se había desmayado. Cuando se dirigió allí se encontró con la sorpresa de que era su primer jefe.
Benji, luego de escuchar el relato se quedó sin palabras. Hasta ese momento no se había fijado bien en los rangos de su compañero, pero, como si se levantara un gran manto de neblina delante de él, comenzó a reconocer los rasgos del aquel hombre, era Iván el chico que estudiaba en la noche y trabajaba de día como celador. No podía creer como daba vueltas la vida, pero antes de que pudiese decir algo fue Iván quien habló.
Le preguntó por su vida y sus cosas. Benji le explicó que había pasado desde entonces, de cómo había pasado a ser taxista, de cómo su esposa lo había abandonado, y de cómo se había refugiado en el alcohol. Iván solamente se limitó a decirle que le había faltado una tía como la de él. En un principio Benji no le entendió pero después Iván le explicó que en todos los momentos en que él se sintió desanimado, su tía estuvo allí para infundirle fuerzas, eso hizo que hoy en día el fuera la persona exitosa que es.