Recientemente tomé un curso de Liderazgo y Comportamiento Humano, en el cual me tocó observar varios aspectos de puntos tan radicales como el machismo y el feminismo, esto debido a que nuestra profesora se auto denomina “Feminista”, además de que en nuestro grupo de trabajo teníamos a un machista. Me he dado cuenta de que estos dos puntos de vista, aunque se supone que son puntos radicalmente opuestos, resulta que tienen muchos puntos en común.
En principio, ambos lados consideran el suyo superior al de
ellos, también consideran que la contra parte los discrimina. Ambos extremos
piensan además, que como son superiores y la otra parte es insignificante, se
pueden aprovechar. Finalmente, ambos, tanto la feminista como la machista, se
les puede sacar fácilmente de quicio, si les demuestras que puedes ponerlos en
su sitio.
Puesto que ambos extremos se parecen, decidí buscar una
palabra cuyo significado los definiera a ambos a la perfección, y la que mejor
se ajusta es Autoritario.
Según Word Reference, Autoritario(a) es la persona que se basa
en la autoridad o abusa de ella. Por lo que me ha tocado lidiar últimamente, el
término machismo o feminismo solamente indica el sexo de quien lo ejerce.
Para mí los términos machistas o feministas deberían basarse
en que, siendo hombre o mujer, haces valer los atributos de tu género y los
realzas. Por ejemplo, una de las características del hombre a lo largo de los
tiempos, ha sido la de proveedor, es decir, se encarga de que su familia esté
bien provista con lo básico: alimentación, vivienda, y demás. Otro atributo es
que representan a la familia, si alguien tiene un conflicto con algún miembro
de la familia, los hombres eran los encargados de dar la cara por ella.
Si hablamos de las mujeres, el atributo de mayor valor de
este sexo es ser el pilar principal del hogar: se encarga de la educación
integral de los hijos, con valores bien arraigados. El otro atributo es ser el
apoyo del marido en todas sus decisiones, la encargada de darle fuerza o modificarlas
en caso de que no esté de acuerdo. En muchas ocasiones es el brazo ejecutor de
toda decisión.
En la actualidad mucho se ha perdido. Los hombres solamente
quieren que las mujeres les sirvan, olvidándose de su rol de proveedores y cara
de la familia. Las mujeres por su parte descuidan mucho la parte de inculcar
valores a los hijos, debido a que deben realizarse como profesionales y echan a
un lado al marido cuando este no se ajusta a sus preceptos. Esto solo por poner
ejemplos.
En realidad estoy de acuerdo con la realización personal de
las mujeres, pero no estoy de acuerdo con que se descuide la educación moral de
los hijos, quienes son el futuro de las naciones. También creo que, sí la mujer
trabaja, debe proveer a la casa igual que el hombre, en lo que no creo es en
que se le deje toda la carga a la mujer, incluyendo las labores del hogar. Todo
debe ser equitativo.
Volviendo al tema del autoritarismo, los radicales de género
utilizan estas etiquetas para tomar el control de las situaciones, seudo-excusa
de que su punto es el único válido y del que la otra parte quiere abusar de
ellos. Al final lo que buscan es hacer su sagrada voluntad sin ser cuestionados
y al pie de la letra, pues ellos son los jefes y los demás, súbditos.
La parte cómica de todo esto es que son términos arcaicos y
que han evolucionado en otro llamado “Equidad de Géneros”. Esto es en lo que yo
creo. Hace mucho nos dimos cuenta de que son dos sexos diferentes (gracias a
Dios), con ventajas y desventajas, pero que se complementan a la perfección. Independientemente
de la orientación sexual del individuo, cada uno ocupa su rol. Por ejemplo,
tengo un amigo gay con el que fui al cine en estos días y me llamó mucho la atención
de que al irnos, se encargó de conseguir el taxi. En este caso, lo gay no quita
lo caballeroso.
Un caso muy particular fue cuando me tocó trabajar en grupo
con un machista y una feminista, en un trabajo que requería la colaboración de
todos. Como ninguno tenía tiempo, ya que todos trabajamos, al momento de hacer
un reporte del avance de nuestro trabajo, quedamos muy mal, pues el informe
salió totalmente improvisado. Fuimos un verdadero desastre.
Al hacer un análisis de las causas de nuestro fallo,
salieron a relucir muchas cosas. Nuestro machista, había enviado la
información, pero no la había pasado en limpio pues no tenía tiempo para
hacerlo, así que se lo dejó a las “las muchachas” para que lo hiciera. Nuestra feminista,
se resfrió, por lo que esa semana estuvo en cama, pero al ver la actitud de su
contrario, tomó control del asunto, a tal punto que lo dejó por fuera en el
reporte preliminar. Lo hizo de tal manera, que todos debíamos seguir sus
directrices.
Pero como la mayoría del grupo no nos importaba quien tenía
la razón, sino cómo terminar el trabajo, resolvimos utilizar un nuevo formato,
en el cual el enfoque fuera más claro, por lo que el trabajo de la feminista
fue utilizado en parte. Al machista lo pusimos a trabajar, no solo debía buscar
su parte, debía también buscar los aspectos más relevantes y analizarlos, además
de integrarlo al trabajo. Cuando nos dijo que no tenía tiempo, se le cuestionó
acerca de si debía estar en el curso. Pronto entendió que si no trabajaba seria
sacado del grupo. Al final entendió e hizo lo propio.
En cuanto a la feminista, esto fue más radical. Ella confrontó
al machista, a quien etiquetó de abusador. Quería que el resto, que éramos
mujeres, nos uniéramos para sacarlo del grupo. Por supuesto que no le hicimos
caso, lo que si le dijimos fue que resumiera su parte, y así todo el trabajo
fuera uniforme. Suena algo injusto, debido a que dio la cara por el grupo, pero
para ser sinceros, ella se empoderó del trabajo, impidiendo incluso que otras
personas aportaran, todo con el fin de tomar el control y ese fue su error.
Como no hicimos lo que ella quería, simplemente nos dejó de
hablar, increíble a estas alturas de la vida, en la que se supone todos somos
profesionales, y como tales, la incluimos en el trabajo, pero para el siguiente
curso, quedó (y creo que por mutuo acuerdo de las parte) expulsada del grupo.
El punto aquí fue el autoritarismo. Nuestro machista creía que
si decía algo, todos debíamos acatar sus órdenes. Nuestra feminista creía que,
como se apoderó del control a la fuerza, todos debíamos hacer lo que indicaba. Al
final la ecuanimidad tomó el control. Esto es lo que va a pasar con estos dos
puntos, van a desaparecer, como lo hará en algún momento el autoritarismo. No será
en este siglo, ni en el que viene, pero tarde o temprano lo hará.
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