viernes, 5 de julio de 2013

El Primer Pecado


Se dice que el primer pecado fue el cometido por Eva al probar la manzana, y así querer ser como Dios. En realidad el primer pecado fue cometido mucho antes, cuando, por soberbia, se perdió una tercera parte de las huestes del cielo. La soberbia indujo a la envidia, y esta, a la desobediencia.

Carlos era el primer hijo de los Zamorano, un niño que desde muy temprana edad demostró ser especialmente despierto y vivaz, por lo que pronto se destacó entre los chicos de su edad, hecho que enorgullecía a su padre, pues estaba veía en su retoño, aquello que consideraba había heredado de su parte. El pequeñuelo le gustaba los deportes y era hábil con los números y las letras, sacando excelentes calificaciones y destacándose en todo aquello que así se disponía.
No tardó la familia en agrandarse, y cuatro años después de la llegada de Carlos, nació Ernesto, quien resultaba ser un poco reservado y tímido. No le gustaban los juegos muy violentos, y prefería quedarse horas meditando a solas. Así pues, mientras Carlos se destacaba en los estudios de su primera infancia, Ernesto era muy pequeño todavía para estar a los pasos de su hermano mayor. Carlos siempre demostró mucho cariño por su hermano, y procuraba ser el ejemplo para este.
Cuando Ernesto tuvo edad para hablar y razonar, que fue a una edad más temprana que la de Carlos, resulto ser un gran conversador, sobre todo con gente adulta, pues su elocuencia no era comprendida por niños de su edad. Todos se sorprendían por su manera de expresarse.
A Carlos esto no le molestó, pues seguía siendo el preferido de sus padres, pues a su madre, a pesar de que amaba a sus dos hijos por igual, le exasperaba la timidez exagerada de Ernesto, y su padre, quien también adoraba por igual a sus hijos, prefería la vivacidad de Carlos. El primogénito así, no se sentía amenazado con ser desplazado de su primer puesto, y vivía orgulloso del sitial preferencial del que gozaba.
Llegó pues, el tiempo en que Ernesto debía asistir al colegio, y para asombro de sus padres, resultó tener mejores notas que su hermano mayor. Era el preferido de los profesores, por lo cual se solicitó a sus padres determinar el grado de inteligencia del muchacho, y resultó ser mucho más inteligente que Carlos, lo cual trajo como consecuencia la admiración de su padre, pues consideraba que este tenía mucho mas marcados los rasgos de su herencia genética.
Pronto Carlos fue desplazado de la atención de su padre, quien giraba entorno a Ernesto, su ahora favorito. Y aunque las preferencias de este último a no gustarle los juegos ni los deportes, no habían cambiado, su padre consideró que no eran importantes en comparación con los grandes beneficios de ser un pequeño genio, como en el caso de Ernesto.
Carlos hizo todo lo posible porque su padre le prestase la misma atención de antaño, pero al no conseguirlo, comenzó a desarrollar envidia hacia su hermano menor.
Y la envidia se convirtió en odio.
Como el hermano mayor era su deber cuidar de su hermano menor, y asi Carlos procuraba hacerlo, ya que sabía que al no hacerlo, su padre lo reprendería, y él buscaba el amor de su padre, así que decidió hacer quedar mal a Ernesto. Cada vez que estaban a solas y este ultimo requería la ayuda de su hermano, este le decía “a mí nadie me ayudaba cuando yo tenía tu edad, yo no tenía hermanos mayores”, por lo que el chico se ingeniaba de la mejor manera en sus deberes, destacándose cada vez que se esforzaba, mucho más que Carlos a la edad de Ernesto, lo cual aumentaba el odio del hermano mayor.
Un buen día el padre de ambos chicos tuvo la necesidad de abandonar el hogar, pues escaseaba el trabajo. Debía mudarse a otro país, por lo que ambos chicos quedaron bajo el cuidado de su querida madre, que aunque adoraba a sus hijos, nunca entendió a Ernesto, llevándose mejor con Carlos, quien se convirtió en su mano derecha.
No tardó Carlos en aprovecharse de esta ventaja para manipular a su madre y ponerla en contra de su hermano. Este se volvió indispensable para su madre, y a cada decisión que esta tomaba, primero consultaba a Carlos, y este por su puesto ideaba decisiones beneficiosas para él, en perjuicio del pobre Ernesto.
Como tuvieron que cambiar a ambos niños de colegio, en su nueva escuela Ernesto ya no era el bien amado por los maestros. Su nueva escuela traía nuevos rivales de estudios, hijos de otros maestros, quienes estaban obligados a destacar en sus lecciones, aunque esto significase fracasar a todos los estudiantes, con tal de que estos tuviesen mejores notas. Y asi le ocurrió a Ernesto, quien estaba en el mismo curso que Alberto, hijo de la maestra de primer grado y mejor amiga de la maestra de Ernesto.
Y fue así que mientras en su primera escuela era alabado por la manera que tenia de declamar y expresarse, que en esta nueva casa de enseñanza, era humillado públicamente por no tener elocuencia. En su clase favorita, matemáticas, en la cual fue destacado y sobresaliente, resultaba que ahora solo sacaba notas apenas aceptables.
La madre de Ernesto era llamada a menudo por la maestra de este, para reprenderla por el poco interés de su hijo en sus calificaciones, y esta, en lugar de apoyar a su hijo, era mal influenciada por su otro vástago, Carlos, quien le decía que su hermano había perdido la ligereza de mente con los años, y que además se había convertido en un flojo en la escuela. Entonces su madre lo castigaba y reprendía.
Fue así como Ernesto comenzó a convertir en mas retraído de lo habitual. No procuraba muchas amistades en su nuevo colegio, pues era un mundo distinto al que estaba acostumbrado, y por ende, no entendía su manera de ser, de expresarse, de conversar. Tampoco la biblioteca, lugar favorito de Ernesto, era tan extensa como en su antigua escuela. Era objeto de burlas por parte de su hermano mayor, por lo que el joven, que de por si resultaba tímido y reservado, ahora resultaba mas retraído de lo usual.
Fue así como Carlos se convirtió en el centro de todo para su madre, y su palabra se convertía en ley para esta. También se aumentaba la brecha entre esta y su hijo menor, quien era relegado a todas aquellas labores a las que Carlos tenia a bien no hacer.
Un buen día Ernesto, ya con edad para tomar cuenta de sus propios actos, decidió separarse de la casa que tan triste le fue en su infancia. Se aventuro a vivir solo. Con esto aprendió muchas lecciones, sobre todos en sus inicios, pues al no estar bajo la sombra de su hermano, le tocaba destacar en la vida como el principal y el único. Inició sus estudios universitarios. Al principio le fue difícil porque se dejaba llevar por las ideas de otros, tal como era obligado a dejarse llevar por las ideas de Carlos en su niñez. Se dio cuenta que no todo el mundo tomaba buenas decisiones, así que decidió tomar el las suyas propias, de las cuales encontró que muchas eran buenas, y las que resultaban malas, procuraba aprender de ellas para no volver a ejecutarlas.
Como Carlos no influenciaba más su vida ni su entorno, comenzó a experimentar por sí mismo, y se daba cuenta de que podía tener aceptación de los demás, lo cual era bueno. Perdió mucha de su timidez, atreviéndose a tomar decisiones que podían cambiar el curso de su vida. Pronto se dio cuenta que podía ser fuerte y firme. Empezó a olvidar su timidez y cohibición. Llegó a ser una persona determinada, decidida y destacaba por ello. No le importaba si la gente lo aceptaba o no, daba por hecho que en un principio no lo harían, por lo que aprendió a utilizar el poder del convencimiento, lo cual fue un arte que poco a poco dominó.
Tenía las cualidades de un gran líder.
Un día Ernesto regresó al hogar de sus padres, quienes ya se habían unido, como la familia que eran, pues su padre había adquirido fortuna en el extranjero. Ahora, en su calidad de analista del comportamiento humano, pues esta es una de las cualidades que debe desarrollar un buen líder, se pudo dar cuenta de todos los males que aquejaban a su familia, todo por la mala influencia que resultaba su hermano Carlos. Este manejaba a su madre a su antojo, haciéndola cometer muchos errores.
Fue cuando Ernesto decidió intervenir en todo esto. A cada mala decisión tomada por Carlos, Ernesto procuraba indicarle a su madre acerca de los fallos de estos. Como la madre no le prestaba atención, se cumplía lo que Ernesto vaticinaba, y  en consecuencia un “te lo dije”, era pronunciado por la boca de este. Pronto su madre comenzaba a prestarle más atención a los consejos de su hijo menor.
Con respecto a su padre, quien nunca entendió la partida de Ernesto, seguía procurando sus cariños como antaño lo hiciera, encontrando en su hijo menor a una persona que sabia escucharlo, no como su primogénito, quien prefería ser escuchado.
Ernesto consiguió ganarse un sitial en la vida de su madre, como nunca antes lo había hecho, y con su padre, volvía a ocupar el que siempre tuvo. Esto para él resultaba satisfactorio, mas no motivo de vanidad, pues no estaba acostumbrada a ella, ya que, al creerse inferior durante la mayor parte de su vida, este sentimiento no hizo raíces en su corazón.
Con respecto a Carlos, al no tener ya el sitio al que estuvo acostumbrado en su casa, y al darse cuenta que ya no lo volvería a tener, se lo procuró en otras partes, pero como su primer sentimiento era ser superior, haciendo que todos los demás le hicieran reverencia, despertaba la antipatía de los demás, y por efecto, poco a poco se ganaba el odio de todos, por lo que sus planes no tenían frutos. Al ser una persona intrigosa, como estaba acostumbrado hacer con su madre, sus conspiraciones lo envolvían, ganando así enemigos donde quiera que fuera.

Mientras Ernesto se procuraba un puesto destacado donde quiera que iba, su hermano hacia exactamente lo contrario, generando odios a largo plazo.

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