Andy fue el primero en abrazarme. Me dijo
que estaba muy preocupado al ver que yo no llegaba del curso hacia dos días, y
como no me comunicaba con el por internet, le dijo a Mike que debían venir a
buscarme, pero como su padre no le hacía caso y que además le decía que no me
molestaran, lo amenazó diciéndole que él vendría a buscarme solo. Ante tal desafío,
Mike se sintió culpable y decidió que todos vendrían a buscarme, pero que no me
llamara para darme la sorpresa. Y de veras lo hicieron. Al verlos, me puse pálida,
y casi gagueé, pero logré disimular enseguida, y me puse en marcha para hacer
mi maleta.
Les dije que me había enfermado, que tuve
algo de fiebre pero que no me atrevía a salir del departamento para ver al médico,
y que no quería preocuparlos porque de seguro había sido un resfriado.
Fue cuando Miky me tomó para abrazarme con
fuerza, demostrándome con ello cuanto me extrañaba y que se alegraba de que
estuviera mejor.
Cuando regresamos a casa noté que todos los
muebles estaban cambiados, cortesía de Izzy, mi suegra, quien se había
apoderado de la casa. No me dejaba disponer de mi hogar a mi gusto y todas mis
decisiones eran cuestionadas, dando su aprobación o no cada vez que le daba una
instrucción a la nueva mucama, quien para mi fortuna esta vez, era una mujer
pasada de los cincuenta, y para mi desgracia aparentemente había entablado
buena amistad con Izzy, porque cada vez que le indicaba algo, enseguida buscaba
a mi suegra para que lo corroborara o lo rechazara.
En un par de veces tuve que ponerla en su
sitio, diciéndole que, o obedecía mi instrucción o se iba de la casa, lo cual
me trajo problemas hasta con Mike, que trataba de mediar la situación, muchas
veces sin éxito.
Izzy quería intrometerse tambien en la
manera en que yo criaba mis hijos, especialmente en lo concerniente a Andy, de
quien decía que debía ser educado como un verdadero hombre. Eso me enojaba muchísimo.
Si había algo que yo podía decir referente a Andy era precisamente que era un
verdadero hombre. El era amable, cortés, educado, sabia mantener su palabra y
la defendía con mucha convicción. Si esto no era ser un verdadero hombre, no sabía
que pudiera ser.
Con Miky no se metía, pues siempre ha sido
el favorito de Mike. Muy a mi pesar y, al contrario de su trato con Andy, a
Miky procuraba mimarlo, yo diría más de lo debido. No dejaba que él hiciera
nada en la casa, lo cual estaba mal, porque era una de las formas en las que yo
les inculcaba a mis hijos responsabilidad y orden, por lo que se había convertido
en un verdadero holgazán y flojo. Incluso había subido un par de libras, puesto
que procuraba hacerle su comida favorita cada vez que podía.
La situación se tornaba muy tirante cada
vez más, así que decidí enfrentarla con todas las armas a mi disposición,
incluyendo mi relación con el propio Mike, volviéndome la mujer más cariñosa de
todas. No fue fácil, todavía llevaba en mi mente el recuerdo de lo ocurrido con
Gabe, pero eso ya había acabado, y tarde o tendría que volver a tener intimidad
con Mike. No podía pretender con él y no volver a ser la de antes, además la
distancia hizo Mike se volviera mas cariñoso y detallista conmigo.
Debía hacer esto por mis hijos, quienes no merecían
la intromisión tan descarada de mi suegra, quien pretendía sacarme de la vida
de Mike y con esto destruir mi familia. Además decía que ella era mejor madre
que yo, que ya había criado hijos y que jamás los abandonó, que las mujeres debían
afrontar las situaciones sin permitirse que pequeñeces nublaran su labor. Esto
me hería aun más. Esta señora intentaba enemistar a mis hijos, teniendo
preferencia por uno y despreciando al otro, además quería tomar mi puesto como
madre de ambos, lo cual incurriría en que el uno fuera un malcriado y el otro
un acomplejado.
Así que, mientras mi suegra tramaba hacer
de mi casa un infierno, yo procuré por todos los medios de mantener mi hogar
unido, y por sobretodo, pretendía volver a reinar como siempre, y la mejor
manera era devolviéndola a su casa.
Ella no quería regresar, por supuesto.
Alegaba que ahora que su hijo se encontraba en una situación aventajada, era
ella, su madre, la que debía disfrutar de todo aquello.
Comenzó a meterle ideas en la cabeza a
Mike, que yo debía ser más hacendosa y quedarme en casa, que no debía volver al
gimnasio ya que esa había sido la verdadera causa de nuestra separación. Así
que dejé los aeróbicos por un tiempo, no porque estaba cediendo, sino porque prefería
hacer la guerra de frente, no dándole oportunidad a que siguiera metiendo leña
al fuego mientras yo estuviese fuera.
Izzy incluso le alcahueteó una nueva amante
a Mike, de la cual no me atrevía echarle en cara esta vez, no, si Izzy pretendía
que yo le reclamara. Así que me armé de valor y puse frente, me hice la
desentendida y pretendí que eso no pasaba, pero en silencio conspiraba para que
el terminara con la nueva querida. Cada vez que podíamos, hacia que nos llevara
de viaje a los niños y a mí, y procuraba que al menos dos veces por semana nos
llevara a cenar, así Mike no tendría ni tiempo ni dinero para atender a su
nueva conquista. Y así fue, la relación terminó, me di cuenta por las
expresiones que lanzaba Izzy en ese respecto. Estaba que echaba chispas, y
descargaba su mal humor con la sirvienta.
Pero si bien gané esa batalla, eso no quería
decir que había ganado la guerra. Mi suegra se deshizo de la sirvienta, a lo
cual me alegré, era como una piedra en mi zapato. Pero el asunto no terminó
allí, trajo a otra mucho más joven y
guapa.
Enseguida comencé a conspirar en su contra,
me hice amiga de la secretaria de Mike en la oficina, para ponerme en contacto
con la encargada de recursos humanos, quien era en realidad la que se encargaba
de contratar a las mucamas. Le hice ver que la chica era una incompetente, e
incluso mentí un poco, le pedí que por favor no se lo dijera a mi marido, y en
pocos días la sirvienta fue despedida.
En su lugar colocaron a la anterior, a la
cual le hice entender de que estaba allí gracias a mí. Así que, entre las dos
logramos que Izzy se incomodara tanto que tuviera ganas de devolverse a su casa.
Sí, me tomó cerca de un año deshacerme de
mi suegra, pero al final lo logré. Y pensé que mi vida volvería a la calma, que
equivocada estaba.
Pasado unos meses de la salida de Izzy de
la casa, me llegó un correo electrónico. Era de Gabe y decía que me extrañaba y
que deseaba volver conmigo.
Lo borré. No podía estar segura de que
fuera de él, Gabe jamás me había escrito por este medio, así que no sabía cómo
consiguió mi correo, mucho menos si esto era escrito realmente por Gabe o no.
Además, Gabe me dejó claro, por la manera en que se fue, que no me volvería a
buscar. Aun así los correos continuaron, y uno por uno los borré a medida que
llegaban sin leerlos siquiera. “Esto debía ser algún tipo de trampa”, me decía,
no tenía otra explicación. Alguien debió darse cuenta de lo mío con Gabe y
estaba tratando de tener pruebas para chantajearme.
Se me metió en la cabeza que Izzy era la
que estaba detrás de todo esto. Esa era su manera de que Mike se encargara de
echarme de la casa, así que la llamé y le pregunté cuáles eran sus intensiones
con enviarme correos electrónicos, pero al ver que ella no entendía de lo que
le hablaba y que si decía algo más me ponía en evidencia, me disculpé con ella.
Fue cuando reflexioné, no podía ser ella, quien jamás había tocado una
computadora, a menos que fuera para limpiarla. Si era ella debía estar en conspiración
con alguien más, lo cual resultaba improbable, ya que ella tenía pocos amigos,
y esos tenían cara de saber tanto de computadoras como ella.
Esto me estaba comiendo los sesos, así que
pensé que lo mejor era ocupar mi mente en algo, no podía buscar al autor de
esto, si es que no era Gabe, aparte de que la tentación de abrir los correos y
responderle era cada vez mayor. Yo había tomado una decisión y debía ser firme
en ella. Hablé con Mike y volví al gimnasio, esta vez como instructora. Era un
empleo de medio tiempo, por lo que me daba oportunidad de atender a los niños y
a él sin ningún problema.
A Mike le parecía perfecto, y sabia la
razón, así podía atender a sus pequeñas aventuras, que ya a estas alturas me
daba igual, aunque no por eso le permitía que duraran mucho tiempo. Procuraba
que las cambiara de tanto en tanto, con tal de que no hubiera una oficial que
quisiera arrebatarme mi matrimonio. Igual que en la época que estuvo Izzy con
nosotros, hacia que pasara vacaciones y días familiares, y hacia una que otra
llamadita inesperada, cuando sospechaba que se encontraba con la de turno. Todo
eso las espantaba al cabo de un rato.
Con esto él era feliz creyendo que me
engañaba, y yo era feliz teniendo mi matrimonio a salvo.
Los correos de Gabe cesaron un buen día, lo
cual me alivió, pero no dejé mi trabajo por ello. Me gustaba lo que hacía, y el
tener cierta independencia económica me encantaba todavía más. Casi todo lo
ahorraba, ya que Mike nunca dejó de pasarme mi mensualidad.
A Mike le dieron un nuevo ascenso en la
misma sucursal, y con ello debía atender a muchos clientes, por lo que comenzó
a salir a cenas y reuniones, varias de las cuales debía asistir conmigo. Empecé
a hacerme amiga de las esposas de sus compañeros y clientes. También me llevaba
con sus clientes. Procuraba hacer bien mi rol, y por qué no, llegué a hacer
algunas buenas amistades. Algunas veces teníamos reuniones informales fueron del
contexto laboral y nos divertíamos mucho.
Fue entonces cuando conocí a
Robert, mi pareja actual.
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