Cuando éramos pequeños, y teníamos varios
hermanos, usualmente nuestra madre se encargaba de distribuir las tareas del
hogar, por ejemplo, a la hora de comer, alguien colocaba poner la mesa, alguien
se encargaba limpiarla, y otra persona era la que fregaba los platos.
Usualmente, los hermanos que se creían más inteligentes que los demás buscaban
la manera de eludir las tareas más tediosas, como en mi caso, el fregar.
Más tarde, y cuando sigues en la misma casa
de tus padres y justo antes de tomar tu propia familia (si, esa etapa en la que
trabajas, pero tus padres te siguen manteniendo, ¡Yupi!), las tareas son, según
sea el caso, pagar las cuentas de la casa, o encargarse del mantenimiento del
jardín (en otras palabras, tomar el machete y desherbar), o pagar ciertos
lujos, como por ejemplo el cable, por decir algo.
Pero con el correr del tiempo, llega esa
etapa de tu vida en la que formas una familia, y en conjunto con tu pareja se
encargan de las diferentes actividades de la familia, como que alguien se
encarga de pagar la casa, y otro se encarga de pagar los servicios, uno se
encarga del colegio de los hijos, y el otro se encarga de que los chicos vayan
bien en la escuela
¡Si, el halarle las orejas bien duro para
que mantengan un buen promedio y puedan ir a la universidad!
Pero hay personas (mi caso), que
simplemente nos toca hacer todo, es decir, todo, pagar las cuentas y además de
eso, hacer la limpieza, el supermercado, y hasta regar una que otra matita
cuando la vemos que está a punto de marchitarse. El usar el término “te toca”
hacer esto o aquello simplemente no tiene sentido, porque si no friegas los
platos ahora, más tarde no tienes donde comer, si no te encargas de lavar la
ropa, pues sencillamente no tienes con qué vestirte. En pocas palabras, esa
parte de vivir en comunidad familiar se pierde.
Para mí esto no es una pérdida de algo
necesariamente indispensable, más bien pienso que es una característica que te
define como persona independiente, y en cierto sentido lo veo como una algo que
tiene que adquirir toda persona que vive sola. O lo haces o asumes las
consecuencias.
Esto también va de la mano junto con el
hecho de que ya no puedes culpar a nadie por lo que se hizo o se dejó de hacer.
Algo típico que me pasó el primer año de vivir sola, es que no encontraba las
llaves de la casa. Dos veces la administradora de mi edificio me llamó porque
un vecino caritativo se percató de que el juego de llaves estaba pegado a la
puerta, pero por razones de seguridad prefería quedar en el anonimato.
¿A quién le iba a echar la culpa de que las
llaves se quedaran toda la noche puestas en el pomo?
Desde allí comencé a tener el hábito de
mirar a mí alrededor antes de salir o entrar en un lugar.
Otro punto importante de esto es que, una
vez perdida las costumbres de “te toca o me toca”, la de “esto pasó por culpa
de fulano o mengano”, muy difícilmente las vuelves a recuperar, y mucho más
importante, procuras que nadie a tu alrededor te las imponga. Es molesto cuando
alguien viene a la casa y dice “yo me encargo de esto y tú haces lo otro”,
porque cuando es tu turno, simplemente lo haces todo y se acabó.
Ya eso de dividirse las tareas queda
totalmente atrás, como parte de la vida en la casa de tus padres, que es el
lugar donde, entonces, realmente lo aplicas, como el caso del día del padre, en
la cual mis hermanas y yo nos dividimos las tareas (¡si, como cuando mi mamá lo
hacía!), solo que en este caso, todo el mundo cooperó sin protestar.
Hago la aclaración, aplicable si y solo si
es en casa de tus padres, en tu casa el que comienza a hacer algo lo termina, y
por lo general esa persona eres tú, y no lo digo de manera prepotente,
simplemente es que tu estas enfocado de esta forma.
Puedo agregar a esto que esta parte de “te
toca” es la que genera la mayor parte de los conflictos familiares. En los
hijos por ejemplo, unos escogen fregar unos días, y los otros escogen barrer y
trapear. La discusión surge cuando el hermano que se cree más inteligente trata
de confundirte tranzando sus deberes unos días por otros y, creyendo que tú no
llevas la cuenta, busca la manera de enredarte. Al final discuten tanto que se
dejan de hablar, provocando que tu madre los castigue a ambos por no hacer sus
deberes.
Igual pasa cuando se nos olvida donde
dejamos las cosas y pensamos “si, ese tuvo que ser fulano, por lo que pasó ayer
cuando no quise fregar los platos”, cuando en realidad el objeto (llámese en
este caso cepillo, para efectos prácticos), se cayó detrás de la cama, en esa
esquina donde tú no buscas jamás. Son las típicas discusiones estériles que no
te llevan a ningún lado.
¿Y qué decir de los matrimonios? Cuando la
mujer (y que conste que utilizo mi genero, porque si hablo del otro, los
ejemplos son escandalosos), calculó mal en el costo del par de zapatos de la
marca “X”, los cuales hacen juego con el bolso marca “Y” que se compró la
quincena pasada, y que no podía dejar de comprarse porque en la oficina debe
mantener su “status quo”, lo cual se repite quincena tras quincena, y lo
compensamos dejando de pagar el agua. Luego, cuando pasa el carrito que dice en
letras rojas “CORTE DEL SERVICIO” a la casa para hacer lo propio, no sabe qué
fue lo que pasó, generando más discusiones estériles en la pareja.
No quiero que se malentienda. Yo no estoy
diciendo que es mejor vivir solo porque hay menos discusiones. Lo que estoy
diciendo es que en muchas ocasiones el tema “TE TOCA/ME TOCA” es el motivo de mayor discusión, cosa que
puede evitar si todo el mundo supiera cuáles son sus deberes y por qué tiene
que priorizarlos. Y también el atribuir obligaciones a fulano o mengano, sin
que estos lo sepan, al final crea asperezas tontas.
En el caso de las tareas del hogar, debería
prevalecer el hecho de que si no lo haces, simplemente te perjudicas tú a la
larga (A ver, ¿quién es la que no se va a poder bañar por falta del servicio de
agua?).
¿O quién es el que se perjudica por echarle
la culpa a los demás porque tu simplemente no te acordaste de algo? (¡Si, el
cepillo lo encontraste el fin de semana siguiente, cuando barriste detrás de la
cama, y es entonces cuando te arrepientes de haberle dicho esa montaña de
palabrotas a fulano!).
Actuar con madurez es la clave de todo.
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